domingo, 24 de noviembre de 2013

Sicum dixit don Luis de Guindos...

... España abordará una segunda ronda de la reforma laboral para cuadrar las cuentas del año próximo, a pesar de haber dicho una y otra vez que los presupuestos estaban cerrados. Ante la Comisión y el Eurogrupo, nuestro país se ha comprometido a un nuevo recorte de 2.500 millones de euros, y por lo dicho, lo harán repercutir hasta profundizar un poco más en la mencionada reforma del año pasado. Si una vuelta de tuerca sobre la ley supone una reducción en el gasto de esa elevada cantidad, entonces no cabe la menor duda de que quien va a pagar el pato es el asalariado medio. Ahora se debe de hacer todo cuanto sea necesario para complacer a las autoridades europeas que sólo vislumbran un único sendero para dejar la crisis atrás: neoliberalismo a todo trapo para el poder financiero y constreñimiento sin disimulos al capital humano.

  Me llama poderosamente la atención que quien fuera hasta el 2004 Secretario de Estado de Economía con el señor Rodrigo Rato como su superior, haya sido desde el 2011 el ideólogo y principal impulsor de la política económica del gobierno popular junto al ínclito señor Montoro. No debiera de extrañarnos sus convicciones estrictamente liberales en lo que atañe a su parcela, sino más bien en la paradoja que ello mismo conlleva. Verán.

  Cuando el PP perdió las elecciones del 2004, don Luis de Guindos encontró acomodo como un miembro más del banco de inversión Lehman Brothers, esa entidad crediticia que todo el mundo especializado en materia califica como el germen mismo de la crisis financiera que posteriormente degeneraría en  otra más profunda de carácter político y económico. Al igual que otros bancos, Lehman Brothers fundamentaba la razón de su existir en una financiación claramente especulativa y virtual, al socaire de la brutal desregularización del sector financiero (una de las máximas de los gobiernos USA, y en particular del de George Bush y sus neocom a partir del 11-S), para así obtener suculentos y rápidos beneficios, aun a costa de poner en muy serio riesgo el equilibrio y músculo de todo el sector financiero. Así que, como aquí y en Europa, sin supervisión alguna, el banco americano daba créditos hipotecarios a diestro y siniestro, además de comerciar con las subprime o hipotecas basura de clientes con dudosa capacidad crematística, y todo al albur de los bajísimos tipos de interés. A todo esto, en el 2006, don Luis de Guindos era ya el director de una de las filiales de Lehman Brothers en España y Portugal.

  Con todo este razonamiento vengo a caer en la cuenta de que el ahora ministro de Economía y Competitividad, es un decir, debía de tener un perfecto conocimiento de todo cuanto se venía cocinando en la matriz americana. Si antes no dijo nada al respecto para advertir a los hombres fuertes del otro lado del Atlántico con respecto a los condimentos inapropiados para el plato, es que estaba completamente de acuerdo con el proceder de riesgo extremo; y si no era consciente de ello, a mí me parece que nunca debió de aceptar el puesto. Aunque yo me inclino por la primera hipotesis.

  El reverenciado desde Bruselas señor de Guindos, siendo parte integrante del ministerio dirigido por el señor Rato, en el otoño de 2003 decía en ABC lo siguiente: "No hay burbuja inmobiliaria, sino una evolución de precios al alza que se van a ir moderando con más viviendas de alquiler y más transparencia en los procedimientos urbanísticos". ¿A que es para reírse? Lo más llamativo de todo este drama con final incierto, es que quienes han tenido una mayor responsabilidad en la crisis actual (las personas que dirigían las entidades crediticias), sean muchas de ellas las que tienen encomendada ahora mismo la imposición del sacrificio a las capas medias y bajas. O sea, que un número importante de personal bancario que apostaba entonces con los ojos cerrados por la expansión ilimitada, es ahora el ejecutor de los recortes y el empobrecimiento del ciudadano medio de a pie, a fin de preservar la supremacía del sector financiero.

  No sé en qué va a consistir esta segunda fase de la reforma laboral, pero intuyo alguna nueva barrabasada para quebrantar otro poquito más nuestra maltrecha Constitución en lo concerniente al artículado que recoge los derechos de los trabajadores.

  Para terminar, justo hace un año, el reputado diario inglés The Financial Times, valoraba a nuestro ministro como el peor de los responsables de economía en la zona euro, acreditando casi como único merito su soltura al hablar inglés. No me sorprende un ápice que las autoridades de la eurozona y muy en particular las germanas, no quepan de gozo ante la docilidad de nuestro gobierno para implementar las políticas económicas trazadas desde Bruselas. Por el contrario, si me pasma el contrasentido de que los bancos alemanes prestaran dinero a los países del Sur de Europa, y nadie allí, por lo visto, mantuviera un control exhaustivo en lo que atañe a lo razonable de tamaño dispendio, y si esos países prestatarios serían solventes o se convertirían en morosos ante el mínimo contratiempo. Ahora sí: a toda costa Alemania pretende que el dinero se les retorne a los bancos, esos organismos que legítimamente reclaman lo que es suyo, pero que en su momento tampoco supieron o quisieron ver el riesgo a tenor del descontrol generalizado. Ver para creer. 

  

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