viernes, 29 de noviembre de 2013

Dimitir no se conjuga

  Hasta hace bien poco sólo existían asomos de dinero despilfarrado, por no utilizar el término malversación, por parte del sindicato UGT en Andalucía. A la luz de los últimos datos aportados por el diario El Mundo, ese ovillo con supuestas insidias se empieza a convertir en otro de fundadas sospechas de, cuando menos, inaceptables anomalías en el uso del dinero público, algo que a día de hoy no se ha explicado con claridad. Y es que la federación del sindicato en Andalucía, además de mostrarse casi muda ante la información de la prensa, la investigación judicial, y por otra parte la demanda de la Junta para que retorne el dinero (hasta el momento ronda los dos millones de euros pero podría llegar a reclamar unos siete), anuncia que no habrá ningún movimiento antes del próximo día 9 de enero.

  El supuesto modus operandi de la UGT andaluza consistía en engordar montantes, a veces en emitir facturas falsas, y endosarlas para su cobro al gobierno de la Junta. Lo más sangrante de todo es que, a tenor de las pistas esclarecedoras de los últimos tiempos, mucho del dinero obtenido a través de subvenciones para impartir cursos o talleres a desocupados, se lo quedara los mandos del Sindicato en aquella comunidad. Así que en la última semana nos hemos desayunado con novedades tan burdas como la del presunto gasto, indecente a todas luces, de alrededor de 80.000€ para la compra de 700 bolsos de imitación y variados obsequios a repartir entre los sindicalistas asistentes a algún acto, dinero que debería ir destinado a la formación de parados.

  El secretario general del Sindicato, el señor Cándido Méndez, a pesar de pedir explicaciones a sus subordinados del Sur, no deja de alegar que se trata de una campaña ruidosa y bien orquestada para tapar el escándalo Bárcenas, y a lo mejor, matizando la afirmación, ésta tenga su lógica (no obstante esa campaña se circunscribiría a mi modo de entender a dos periódicos de Madrid que seguramente todos conocemos), pero el asunto no debiera ser óbice para que se depuren responsabilidades, y reclame, por la autoridad que le confiere ser el máximo mandatario, las dimisiones pertinentes si no se aclara el escándalo con premura. Dilatar en el tiempo la toma de resoluciones jugará en contra de la credibilidad y menoscabo del sindicato centenario. Por tanto, el señor Cándido Méndez no se puede escudar en la independencia de cada federación autonómica, y mucho menos tras comunicar la andaluza, que hasta pasadas las Navidades, no habrá novedad alguna. Es una tomadura de pelo en toda regla.

  A los sindicatos (que son esas asociaciones encargadas de velar por los derechos laborales de los trabajadores), como a los partidos políticos o a la Patronal, se les debe exigir una conducta intachable y coherencia, pero si me apuran, a los primeros más que a nadie, pues siendo como son el único apoyo del que dispone la clase trabajadora, ante conductas tan poco edificantes como la que me ocupa, se irá distanciando poco a poco hasta hacer que el movimiento sindical se extinga por inapetencia y descreimiento de compromiso.

  Con toda seguridad, si todo esto es cierto, en cualquier otro país de nuestro entorno, los responsables del desaguisado ya hubieran dimitido, pero esto es España, y el verbo dimitir ignora al verbo conjugar.

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