De esta manera da inicio Ana María Campelo a su primera novela, Pupilas de escarcha. Un inicio brillante para la historia paralela de Nadia. Por cierto, un magnífico recurso el de rastrear en el pasado de la protagonista, algo que da solidez y sentido a toda la estructura de la trama. Y además con el refuerzo de estar narrada en segunda persona, algo no tan frecuente.
El territorio donde se desarrolla la otra historia, la principal <<En una villa de la Ruta Jacobea...>> delata la atracción de la villafranquina por su terruño, aunque la acción violenta nos dé repelús a sus paisanos si tratamos de situar el lugar exacto de la agresión sufrida por Nadia.
Nadia no es villafranquina, pero como si lo fuera. Cosmopolita del mundo, vive una especie de retiro tratando de coser los jirones de su vida azarosa. Es una mujer de posibles, y ahí afuera siempre hay alguien al acecho para apoderarse de los bienes ajenos. Un médico ambicioso que trabaja en el Hospital de la Reina de Ponferrada, ve la oportunidad de engrosar su pecunio. Entonces pone en marcha todos los mecanismos a su disposición para... Pero mejor no avanzar en el argumento, pues esta novela merece ser leída y disfrutada como yo lo he hecho.