miércoles, 29 de octubre de 2014

Villafranca del Bierzo día a día

  El verde de los márgenes y la imagen central con el nenúfar evidencian una clara intencionalidad de crecimiento y armonía, de fertilidad y frescura, de estabilidad y resistencia, en resumidas cuentas, el augurio positivo, exitoso. Me refiero a Villafranca del Bierzo día a día, el blog de Santiago Castelao nacido al inicio del mes pasado y que está teniendo muy buena acogida. La temática órbita en torno a la Villa y cuantas noticias pueda generar, como es últimamente la obra de acondicionamiento llevada a cabo en el viaducto. Pero Santiago no se limita al esbozo de la reseña con su curso informativo, sino que, en su condición de amante de la historia, etnógrafo, dibujante de viñetas u observador aventajado del acontecer diario, nos acerca a través de sus escritos, aspectos que a muchos de nosotros -al menos a mí-, se nos pasan inadvertidos por ese defecto tan frecuente de no ver más allá de nuestras narices cuando se convive a diario con la prodigalidad. Y así he visto una historiografía cincelada sobre la piedra heráldica que el escribidor nos describe con celo y amenidad. Y la no menos atractiva variedad de relojes de sol campando en edificios religiosos y civiles -y yo, ignorante de mí, desconociendo la existencia de alguno- que mucho tiempo antes y durante infinidad de años dibujaron en sombras las horas a los vecinos. O esa mole, prodigio de la naturaleza berciana denominado "el Campano", hoy considerado castaño singular por su antigüedad, tamaño y por haber sobrevivido a los fuegos -lo de la singularidad vinculada a las llamas lo digo yo- intencionados o no.

  Castelao, hombre polifacético como los del renacimiento: pintor de lienzos, dibujante, caricaturista, escritor, historiador a ratos y amante de las costumbres populares, se lanza ahora a la nueva aventura de crear un blog que está hecho por y para Villafranca, y al cual presagio éxitos venideros y brillante porvenir. Por cierto Santiago, ya que la vía de poner en valor lo antiguo -que es presente pero nos parece pasado- es una de tus prioridades, te planteo un reto, el de escribir en un próximo artículo, o crónica si lo prefieres, de las muchas y variadas fuentes que jalonan los distintos rincones de la Villa. Y ya puesto, aunque ello si es pasado, te propongo un análisis pormenorizado de la antigua estación de tren.

  Un abrazo amigo Santiago.

jueves, 23 de octubre de 2014

LA GRAN BELLEZA

  ¿Alguien había dicho que el cine europeo languidecía ante la pujanza y capacidad de medios del americano? Me parece que la cinta italiana deja en entredicho tal afirmación. La ganadora del último Oscar a la película extranjera, pone de manifiesto que aquí aún se realizan obras trascendentes. La gran belleza pone de relieve la capacidad creativa, sugeridora y envolvente del director Paolo Sorrentino. Desde el inicio del filme, con esa vorágine de fiesta de cumpleaños del protagonista, una fiesta por otra parte barroca, descocada, garrafal, el napolitano pretende a toda costa hipnotizar a los espectadores, atraparlos en un mundo inadecuado y por otra parte no muy alejado del tiempo presente, al menos en lo que atañe a una parte significativa de la alta sociedad del siglo XXI.

  Toni Servillo interpreta con verosimilitud y atino el papel de Jep Gambardella, un hombre maduro de 65 años, periodista y escritor de novelas con el único bagaje de un libro escrito hacía la eternidad, si bien de éxito fulminante. Vivir vive del éxito antiguo o del aire, no se sabe a ciencia cierta, pero vive como un rajá, en un ático de lujo frente al Coliseo de Roma. Jep es un imán con atracción insuperable para codearse con las celebridades, pero también un escéptico, o mejor un displicente; cínico, frívolo, mujeriego, aunque también elegante.

  El argumento, pero ¿qué argumento? La gran belleza carece de un argumento convencional, como no sea la sucesión de imágenes mostrando la vida vacía y estúpida de los pudientes; y no obstante ¡qué belleza! Uno no puede dejar de mirar la gran pantalla con delectación, a pesar de saberse cómplice de una fauna jactanciosa que vive a todo trapo en el marco incomparable de la eterna Roma.

  Es inevitable la comparación con el maestro Fellini. En este metraje de más de dos horas se hace palpable La dolce vita, ya que su protagonista, el entonces joven Marcello Mastroianni, se dedica también a escribir en los periódicos y ansía el contacto directo con las celebridades, particularmente mujeres. Pero yo diría que es la inclasificable película Roma, de 1972, la que emerge con toda rotundidad en la esencia de esta descomunal belleza; ese surrealismo desbordante de Fellini, marca de la casa, de, sin duda, uno de los 4 ó 5 directores indispensables del cine europeo.

  La gran belleza -galardonada además como mejor película europea de 2013, Globo de Oro, etc.- me parece un largometraje muy recomendable, con una vigencia atronadora teniendo en cuenta el tiempo presente.

  La gran belleza se emite hoy por la 2 de TVE a partir de las 22:00 horas. Ciertamente este film no es lo mismo que verlo a través de una gran pantalla, pero no por ello va a perder su esencia.

jueves, 16 de octubre de 2014

Morir de éxito

 De unas semanas para acá el contagio del Ébola por parte de una enfermera que atendió al último misionero fallecido, acapara la mayor parte de la información en los medios. Se han vertido ríos de tinta y se han mostrado imágenes de la afectada, algunas poco edificantes. Hemos asistido a una sobredosis comunicativa que en algunos casos muy concretos ha degenerado en el chascarrillo fácil y chabacano. la prensa escrita y medios audiovisuales serios han cargado contra políticos-as muy concretos (sin faltarles razón), ahondando en su desfachatez y-o incompetencia, y hasta han sacado a colación comparaciones con otros casos u otros países que por lo general terminan siendo odiosas. Ha sido tal el aluvión en torno al maldito virus que, por sí solo, ha sido capaz de eclipsar otras noticias de alcance -salvo las tarjetas de Caja Madrid-, como la probabilidad de la enésima recesión en Europa, la caída brutal de la Bolsa, la escalada inesperada de la prima de riesgo, y otras de alcance doméstico no por ello menos sustanciales, como la aprobación en solitario -qué raro- por el PP de la Ley de Seguridad Ciudadana, o el controvertido nombramiento de José Antonio Sánchez como director de RTVE, el ex de Telemadrid con un currículo sin desperdicio, contra el cual se han posicionado con su firma no menos de 1.500 profesionales encargados de informativos.

  Que el contagio podía y puede ocurrir en cualquier rincón del mundo y en circunstancias dispares es evidente, que le puede sobrevenir al político más avezado no se puede discutir, y que además el affaire pueda funcionar durante días para aumentar las audiencias o para vender más periódicos es innegable. No obstante, a lo largo de esta semana horríbilis, yo he echado en falta por parte de los medios más altura de miras para ir al meollo de la cuestión a fin de buscar claridad en cuanto a la forma de erradicar, o cuando menos minimizar, los embates de este virus letal a corto plazo; si no nos vamos a quedar con el anecdotario de un periodo concreto con muchas posibilidades de reproducirse.

  Hemos leído y escuchado hasta la saciedad que vivimos en un mundo globalizado. Yo añadiría que la Tierra es una canica que no para de dar vueltas y más vueltas, en la que vivimos más de 7.000 millones de seres humanos. Si tuviéramos en cuenta que compartimos una casa común, es factible creer que el planteamiento sería más altruista y responsable. Siendo una realidad irrefutable, ¿como puede ser que nuestra querida Europa a día de hoy no se dé por enterada de que ese virus mortífero puede arramblar con miles y miles de personas si no se ponen los medios suficientes para combatirlo? ¿Cómo es que nadie en el Continente planteó la necesidad de hacer algo antes de surgir en él el primer contagio? El problema hay que atajarlo sobre el terreno. Está muy bien y es imprescindible el adiestramiento de los profesionales, el acondicionamiento de centros u hospitales, y la inversión en EPIS o equipos de protección individual, pero eso ha de ir acompañado del desplazamiento de los medios humanos y materiales hacia la zona afectada. Digo yo que debe ser, salvando las distancias, algo así como afrontar el remiendo de una gotera. Al principio uno se sirve de un cubo para contener el agua; sin embargo, el problema del tejado con desperfectos persiste y se acrecienta con la lluvia, por tanto el sentido común dicta reparar las tejas afectadas, aunque ello suponga hacer un desembolso. Si uno no acomete el arreglo, es fácil que el techo termine hundiéndose.

  Esta Europa de los mercaderes, la regida por la peor generación de políticos desde su nacimiento, a tenor de las reflexiones de algunos analistas, anda más ocupada en el éxito financiero y económico de la Macro, del éxito en el control deficitario, de la austeridad a toda costa -¿Qué fue de aquellos 300.000 millones de euros que se iban a poner en circulación en unos meses para estimular la alicaída economía de la Eurozona que los economistas más escépticos vaticinan recuperada al final de esta década?-, de complacer a los mercados, reducir la deuda global a pesar de los datos tozudos diciendo lo contrario, o al menos así es en España, que de invertir en donde es urgente: en África. El Planeta no es una casa con compartimentos estancos, lo cual facilita que cualquier nativo de allá puede ser un foco de contaminación. La OMS cree que en diciembre el número de contagios por Ébola puede alcanzar los 10.000 semanales si no se toman medidas drásticas. Si se confirman los malos augurios esto puede convertirse en arma de destrucción masiva, con todos los respetos para los pobres afectados. Y mientras, la Europa que ha reducido sistemáticamente la ayuda a la cooperación y al desarrollo -España casi la que más, por encima del 70%-, sólo se preocupa ahora de los protocolos sin ir a la raíz del mal.

  Es llamativo, por no decir lamentable, que el FMI -quien diseñara junto a la Comisión Europea y el BCE la política de austeridad de los últimos 6 años, (la Troika)- en boca de su directora gerente, la sra. Lagarde, advierta ahora a Europa con que si no se toman medidas de estímulo económico tal vez estemos abocados a una crisis a la japonesa con más de 10 años de estancamiento. De verdad que es de aurora boreal lo de esta señora que gana más de 300.000 € anuales. Creo que la ocasión es pintiparada para soltar lastre y revertir los millones que antes se gastaban en cooperación y desarrollo, enviando allí a personal cualificado, junto con material sanitario y alimentos adecuados, además de reservar una partida importante en I+D+i para indagar en el terreno médico, un dinero por otra parte bien invertido. Mirar hacia otro lado como se está haciendo con el problema migratorio o el cambio climático es tirar piedras sobre el propio tejado, al menos así lo ven muchos organismos y voluntarios que trabajan sobre el terreno. Acaso nos terminemos muriendo de éxito.