domingo, 27 de noviembre de 2016

Hotel California


  1976 fue sin duda un año prolífico que alumbró grandes discos: Destroyer del grupo Kiss, Songs in the key of life de Stevie Wonder, Frampton comes alive de Peter Frampton, Black & Blue de Rolling Stones, Presence de Led Zeppelin, Zoot Allures de Frank Zappa, o los homónimos a grupos/artistas y óperas primas: Ramones, Boston y Tom Petty and the Heartbrealers, pero es sin duda alguna -quién no ha tarareado alguna vez la canción homónima- Hotel California ( el disco más descollante por la brillantez de los 9 cortes, por las letras que ahondan en temáticas sociales, por interpretación superlativa de cada uno de sus miembros, y porque, en cierta manera, este disco AOR de rock/soft-rock, cierra la época más floreciente de la música popular, pues el punk venía como un huracán para quedarse por un tiempo en la escena musical.


   El próximo día 8 se cumplirán 40 años de la publicación de este disco, una obra conceptual que supuso la cúspide de la carrera de los californianos. El guitarrista/teclista y compositor Joe Walsh acababa de llegar para encerrarse en el estudio por espacio de 8 meses junto al resto de la formación, puliendo día a día ese sonido tan perfecto que jamás volverían a lograr. La obra supone un cambio radical con respecto a sus anteriores álbumes. Es cierto que cortes como New kid in town o Try and love again nos retrotraen a su etapa más country, pero casi es la excepción. El disco es más rockero, más eléctrico, puro virtuosismo por parte de las guitarras de Don Felder y Joe Walsh, lo cual se puede apreciar en cortes como Life in the fast lane o Victim of love -, las letras son profundas, más complejas, abordando temas como la adicción a las drogas, el final de la inocencia, la pérdida del amor, la fugacidad del éxito y en una palabra, el lado oscuro del sueño americano. Es la resaca después de aquel lejano periodo del amor y la paz dando paso al menos romántico del hedonismo sin fronteras. La mayor parte de las canciones están interpretadas por el baterista Don Henley, ocurre también en algunas más intimistas y melancólicas, como la orquestada Wasted time o la que cierra el álbum The last resort


    La idea inicial del grupo -grupo surgido tras la reunión de algunos músicos para acompañar a Linda Ronstadt en 1971- era celebrar el 200 aniversario de la independencia USA, aunque al final eligieron California como un paréntesis o microcosmos de lo que ellos pretendían, o sea: fabricar una metáfora desesperanzada del declive americano.

    La canción homónima ocupa el puesto 49 entre las 500 mejores, mientras el grupo -ya no existe como tal desde este mismo año, cuando falleció el compositor, guitarrista y cantante Glen Frey- se coloca en el 75 de los 100 primeros.

 A este disco esencial en cualquier discografía que se precie, "easy listening", cierto, se le han colgado algunas etiquetas (siempre las etiquetas), como ser demasiado preciosista, o que el acabado de los cortes no admite otras posibilidades, sin olvidar las leyendas urbanas con mensajes ocultos de satanismo, o fantasmas que se asoman a uno de los balcones en la portada del hotel, el Beverly Hills, algo que encierra un significado poco claro. Se puede decir lo que se quiera al respecto, pero de lo que no hay duda es de encontrarnos delante de una obra excelente.

  

domingo, 13 de noviembre de 2016

Oh happy day

  A este temazo le tengo un cariño especial. Cada vez que lo escucho me devuelve a mis 13 ó 14 años, pues era la segunda canción de mi primera cinta cassette "Power & light AMÉRICA, comprada en Gijón en un verano ya inmemorial. Y a pesar de que tal vez no sea la más lograda, me emociona tanto o más que en mi primera escucha; así que ya forma parte de mi vida, hecha muchas veces de retazos musicales.

  El logro de tan precioso gospel corresponde a Edwin Hawkins, que en 1967 y a partir del texto escrito por el clérigo inglés Philip Doddridge, que se basaba a su vez en una melodía más antigua del siglo XVIII, adaptó el ritmo original, cambiando el compás de 3/4 a 4/4. Su versión contiene únicamente el estribillo de Rimbaud repetido, omitiendo el resto de los versos originales. La melodía modificada por Edward F. Rimbaud a mediados del siglo XIX se utilizaba en bautizos y ceremonias de confirmación en UK y USA. Interpretada por Edwin Hawkins Singers obtiene en 1969 el éxito internacional, ganando un año después el Grammy a la mejor interpretación de gospel soul.

  En ocasiones el mundo de la música contradice a quien piensa que un gran tema debe de tener cierta complejidad y una letra bien elaborada. Este tema dedicado a cantar sobre la buena noticia de (Dios) que eso significa grosso modo la palabra gospel, la melodía que transita a lo largo de la letra Oh happy day, oh happy day, oh happy happy day, Oh happy day, when Jesus washed, oh when he washed, oh when he washed, when Jesus washed, he washed my sins away!, reiterada más allá de lo razonable, te va impregnando de una felicidad y sosiego que inevitablemente puede empujarte a acompañar con palmas a otros muchos acompañantes de ilustres figuras que en alguna ocasión han versionado el tema, como Etta James, Ray Charles, Aretha Franklin con Mavis Staples, Whitney Houston, Mahalia Jackson y otros más, como Joan Baez o el mismísimo Elvis Presley.

  Si alguien encuentra cierta similitud entre el My sweet lord de George Harrison y Oh happy day, que sepa que no va mal encaminado, al respecto el ex beatle dijo en alguna ocasión encontrar inspiración escuchando los arreglos de Edwin Hawkins. Se mire por donde se mire, temazo clásico.