martes, 10 de noviembre de 2020

Últimas tardes con Teresa

   Juan Marsé falleció el pasado 18 de julio (caprichos del destino esto de las fechas). Quien fuera uno de los máximos exponentes de los literatos de la generación del 50, no se convirtió en figura esencial de las letras catalanas hasta que en 1965 se hizo con el premio Biblioteca Breve, siendo publicada su exitosa tercera novela un año después por la misma editorial, Seix Barral. Últimas tardes con Teresa supone para Marsé entrar de lleno en el escalafón de los escritores que con mejor fortuna han diseccionado el panorama de postguerra catalán, y eso sin necesidad de abandonar casi nunca su barrio de la infancia, hoy ya desaparecido: el del Guinardó. Él, que fue hijo adoptado y que vivió allá los primeros años de su existencia, traslada parte de sus vivencias a las páginas de esta novela extensa e intensa, convirtiendo a Manolo, un charengo de Murcia, en el personaje esencial, el de Pijoaparte, que es el protagonista sin discusión; por tanto, y tomándome licencia, tampoco hubiera sido un mal título El canto de cisne de Pijoaparte.


  

        La novela aborda la compleja relación de pareja entre Manolo Pijoaparte y Teresa, dos jóvenes que proceden de mundos opuestos. El murciano es un ladronzuelo de motocicletas que no quiere la seguridad de un empleo mal remunerado y prefiere el riesgo. Teresa es una universitaria burguesa con ideas avanzadas y que piensa en su Manolo como alguien involucrado en política y con conciencia social, lo que facilita el comienzo de un noviazgo cogido con alfileres. Pero antes, Pijoaparte tiene que seducir a la criada de la casa paterna de Teresa, amiga y confidente al tiempo de esta,  con el fin de alcanzar los favores de la burguesita. Cuando la criada cae enferma, Teresa y su pretendiente empiezan a compartir charlas y paseos a partir de las visitas diarias al hospital que ambos, por un motivo u otro, hacen a Maruja. Con el fallecimiento de la sirvienta, los jóvenes terminan por intimar; pero no deja de ser un affaire que nace de una curiosidad compartida aunque no idéntica, pues Pijoaparte solo pretende huir de la miseria, mediocridad y el anonimato, mientras Teresa anhela dejar de ser una teórica de la acción política y convertirse en una activista gracias a un hombre como Manolo, al cual cree significado luchador obrero.



    Como muchas de sus novelas posteriores, Últimas tardes con Teresa fue llevada al cine en 1984 de la mano de Gonzalo Herralde. Como ocurre casi siempre, la adaptación no fue tan atinada como el original; no obstante, sí que hay una clara intención de reflejar los estratos sociales, además de los ambientes por donde transita la acción. En la cinta apenas hay espacio para las subtramas, como la de la relación entre Pijoaparte con Maruja, o la otra circunscrita a la supervivencia, y que se hace tan complicada como provechosa entre el charnego y El Cardenal. La película finaliza, como no puede ser de otra manera, cuando Manolo es detenido por la policía tras denuncia de una despechada Hortensia, la sobrina de El Cardenal. La novela tiene otro final, aunque no menos agrio, después de una temporada en la cárcel del ladrón de motos. Ya libre de condena, Manolo trata de retomar la relación con Teresa, pero esta parece haberlo olvidado por completo.



  Esta novela de Marsé sería más tarde superada por otros trabajos suyos posteriores, como La muchacha de las bragas de oro (1978), El amante bilingüe (1990), El embrujo de Shangai (1993) o Rabos de lagartija (2000). A pesar de ello, de adolecer de cierta retórica, la historia que nos cuenta tiene sus puntos fuertes que no hacen decaer la trama en ningún momento. Sin embargo, bajo mi modesta opinión, hay una virtud por encima de las demás, y no es otra que la facilidad e interés de Marsé en demorar el desenlace y los intrincados senderos hasta alcanzarlo, de forma y manera que uno siempre se imagina aquel pero en otras circunstancias, circunstancias pospuestas una y otra vez hasta dejar desorientado al paciente lector, que confiado en la sencillez casi lineal del argumento, se deja engañar una y otra vez, dejándole espacio para imaginar de nuevo el porqué de la ruptura definitiva, algo que se antoja inevitable. 


   En resumidas cuentas, se trata de una novela muy recomendable para introducirse en el universo Marsé, y en un periodo tan trascendental de la vida española como fue el de la postguerra en Cataluña.