sábado, 14 de octubre de 2017

My my, hey hey...Hey hey, my my...

  Que Neil Young es una de las figuras indispensables y más influyentes de la historia del rock, nadie lo pone en duda. Como tampoco, a un año de cumplirse los cincuenta de su primer álbum como Neil Young, de su extraordinaria capacidad para la composición -casi medio centenar de obras en solitario-, pues a pesar de la abundancia y variedad de estilos en sus temas, jamás ha dejado de crear "himnos" para la posteridad.

  En 1979 el canadiense sacaba a la luz, Rust never sleeps (en ese preciso momento supe de su existencia gracias a mi amigo Alejo, pues lo desconocía), uno de sus mejores discos y de los capitales a lo largo de la década. Repleto de buenas canciones, para el recuerdo quedaría el primer corte, la imperecedera My my, hey hey (out of the blue), una canción que me marcó desde la primera escucha. Un temazo acústico con letra ambigua, rayando en algunos versos el surrealismo, que iba a ser algo parecido a un alegato, o mejor, reivindicación de un rock eterno (también hacia la figura del rey Elvis Presley, muerto dos años antes), y una condena sin paliativos al punk, (incluyendo a Johnny Rotten o Sid Vicious) movimiento que hacía furor por entonces y amenazaba con engullirlo todo. Como Young es un artista poliédrico, versátil y capacitado para todo tipo de composición, quiso cerrar el disco de 1979 con Hey hey, my my (into the black), el reverso de la primera, una versión más rockera y desgarrada, posible gracias a sus acompañantes en directo de casi toda su vida: los Crazy Horse.

  Hoy, casi 40 años después, convertido en dos versiones clásicas, reseñado por Kurt Cobain en su nota de despedida, My my, hey hey..., o Hey hey, my my..., son piezas que el de Toronto suele incluir en su repertorio de conciertos. También la han versionado, y no en pocas ocasiones, gentes tan variopintas como Oasis, NegativeFjordBattleme, Close Lobsters, sus paisanos Billy Tallent, e incluso el propio Sid Vicious

  Definitivamente el "joven" Neil tenía razón: el rock sigue tan vivo como entonces, ¿o no?