lunes, 20 de febrero de 2017

Bridge over troubled water

  Cuando salió a la venta el single que da título al álbum homónimo, el 26-1-1970, The Beatles estaban pendientes de anunciar públicamente su ruptura, hecho que se sabía oficiosamente desde unos meses antes. Como les ocurriera al cuarteto de Liverpool, la convivencia del dúo era cada vez más difícil, así que tras la gira de lanzamiento de su último trabajo juntos, los neoyorkinos decidieron tomar caminos opuestos para proseguir sus carreras en solitario, añadiendo a sus afanes vocales los pinitos como actor por parte de Art Garfunkel. Meses más tarde, cuando se rompía el dúo, fallecían Jimmy Hendrix y Jonis Joplin con apenas dos semanas de diferencia. Por su parte, the Rolling Stones habían lanzado al mercado un mes antes, su álbum Let it bleed, réplica indisimulada al Let it be de The Beatles; y todo, absolutamente todo, coincidiendo con el final de década, era un puro torbellino, incluyendo el panorama musical al que no eran ajenos los máximos representantes en 1970 del folk americano, al menos a nivel comercial.

  Paul Simon, siendo como era el compositor fundamental del dúo, se había encerrado en una casa de Los Ángeles, anteriormente ocupada por George Harrison, a fin de componer una canción que debía de interpretar su compañero. Basada en cierto modo en armonías gospel tan de su agrado, Simon nunca escondió haberse inspirado en la canción Oh Mary, don't you week, de The Swan Silvertones, para dar a luz seguramente al mejor tema de los neoyorkinos en los 13 años que duró su alianza, siendo al tiempo uno de los más habituales en sus conciertos, juntos o por separado. No obstante, dejando disquisiones aparte, el tema y el álbum homónimo, se convirtieron en el canto de cisne, en el legado póstumo de una pareja que ya solo volvería a unirse esporádicamente para conciertos puntuales.

  Seguramente, el éxito rotundo de este temazo, estriba en buena parte en su letra, que es como un himno a la solidaridad en la voz seráfica de Garfunkel, además de unos arreglos orquestales muy bien traídos, que ensamblan a las mil maravillas con el inevitable muro de sonido influencia de Phil Spector. Bridge over troubled water se posicionó en el nº 1 de la lista de éxitos USA durante 10 semanas, 41 en UK. Según la controvertida lista de Rolling Stone referida a las 500 mejores canciones de la historia, la sitúa en el puesto 48. Temazo interpretado por otros artistas. Gustó particularmente a Paul Simon la versión hecha por su ídolo Elvis Prsley, pero también quedan para el recuerdo la de Aretha Flanklin, e incluso la hecha en español por Camilo Sesto.

  Tema imperecedero en el imaginario de los amantes a la buena música.

viernes, 10 de febrero de 2017

Cinefranca 2017

  A partir del próximo fin de semana, como cada año por estas fechas, la Villa volverá a acoger esta especie de homenaje al cine de verdad. Es muy encomiable y de agradecer el empeño de sus organizadores por sacar adelante durante tres días un evento de tal magnitud, ocupándose y preocupándose de transmitir a los aficionados su pasión sin límites por el séptimo arte, intentando así hacer más llevaderos los rigores invernales a  partir de una oferta cultural de peso.

  A diferencia de años precedentes, la presente edición no plantea un tema concreto alrededor del cual giren las ocho películas seleccionadas. Ni tampoco un tipo específico de narrativa o género; por el contrario, sus organizadores han preferido el eclecticismo, sin renunciar a la calidad, me parece a mí, de todas ellas -De El Cielo abierto y Los amantes del Pont-Neuf no puedo opinar al no haberlas visto-. Por ejemplo, el próximo sábado 18, a partir de las 12:00 horas, se proyecta La fiera de mi niña. Comedia clásica de 1938 de Howard Hawks a mayor gloria de actores tan enormes como Katharine Hepburn y Cary Grant, que a partir de papeles tan opuestos a primera vista, son capaces de crear una química insuperable delante de la pantalla. Aunque la hayamos visto infinidad de veces a través de la televisión, el placer de disfrutarla en la gran pantalla es impagable.

  Si encontramos algunas películas con ciertas similitudes, esas serían Te querré siempre y Carta de una desconocida. Aunque el argumento de una y otra no tengan nada en común, es indudable que ambas beben del asunto amoroso. La primera, de 1954, es fruto de la relación sentimental de entonces entre el realizador italiano Roberto Rossellini y la actriz sueca Ingrid Bergman. En cierto modo la pareja no hace otra cosa que un ejercicio sincero y descarnado trasladando su vida en común al objetivo de la cámara -George Sanders sería en la pantalla el trasunto del director-. Por su parte, en Carta de una desconocida, de 1948, obra imperecedera del director alemán Max Ophüls, la actriz Joan Fontaine no hace otra cosa que asumir una vida paralela a través de la cual y en soledad, padece por el artista y mujeriego interpretado por Louis Jourdan, sin atrever a confesarle sus sentimientos hacia él. Como ocurre con La fiera de mi niña, ambas se emiten el sábado 18, la primera a las 20:30 y la segunda a las 00:00 horas.

    Para el domingo 19 y como cierre del evento, la organización ha reservado la proyección de la película muda Seven Chances, de 1925, permitiendo que el piano de Ricardo Casas acompañe los 55 minutos de metraje, como debía de ocurrir en la edad dorada de aquel cine. En este hilarante mediometraje, su director-actor, el brillante Buster Keaton, nos plantea el absurdo de la vida hasta el extremo de que un hecho concreto pueda cambiar radicalmente la subsistencia de cualquiera. Como recuerdo imborrable, la persecución infernal de novias y piedras en pos del chico que pretende casarse a pesar del ridículo más espantoso, después de haber fracasado 7 veces en su intento desesperado de llevar a alguien al altar -ninguna de las sondeadas sabía del dinero a espuertas- antes de las 7 de la tarde para poder cobrar la herencia de su abuelo. Obra maestra del cine cómico mudo. 

  Desde un tiempo más reciente lo es también la cinta Brazil, del antiguo miembro de Monty Python, Terry Gillian, o aquí habría que decir película de culto, al menos para los incondicionales de la ciencia ficción. Fresco el estreno de la película 1984, la adaptación cinematográfica a partir de la novela de George Orwell, con la cual el escritor y periodista inglés nos informaba de un poder absoluto vigilando permanentemente nuestras vidas, esa abominable existencia del Gran Hermano, tenía que influir en la cinta que nos ocupa cogiendo prestado algo de ese universo orwelliano, si bien Terry Gillian, que nos habla de un poder estatal casi omnímodo, nos lo presente a través de su imaginación desbordante y efectos especiales convincentes para la época. El americano sitúa la acción en un futuro reciente que acaso pudiera dejar de ser ciencia ficción para volverse real; esperemos que no. La cinta se proyecta el domingo 19 a las 10:00.

    Para terminar, el sábado 18 a partir de las 10:00 horas, se pasa la película Alta fidelidad, del 2000. Tal vez no sea el trabajo más logrado de Stephen Frears; no obstante, su banda sonora es frenética y nos hará disfrutar de las imágenes mucho mejor que si estas se sustentaran únicamente en el guión. A mí, sin ser obra maestra, me parece que se deja ver; al menos quienes nos consideramos amantes de la música no deberíamos dejar de acudir. Frears nos da una imagen anterior al cambio de milenio referida a una juventud que ama la vida a través de la música.

  Como en años precedentes, la oferta complementaria de esta edición, comienza con la bienvenida a los asistentes el viernes 17 a partir de las 21:45 horas. Tras la proyección ese mismo día de la película El cielo abierto, en torno a las 00:00 horas, la organización invita a la "Tertulia en la chimenea y copas de balón", con la presencia de la escritora y guionista Elvira Lindo en la Posada Las Doñas del Portazgo. Y el día 18 sábado, con la apertura del ambigü y desayuno en el Bar Compostela. El mismo sábado a las 14:15 horas, sesión de cócteles a cargo de Federico Ysart. A renglón seguido, en torno a las 15:00 horas, botillada voluntaria en Mesón Don Nacho y El Casino (para la comida se debe tener inscripción previa en la web del Cinefranca). El mismo día tendrá lugar la cena a las 22.15 horas. A continuación, en torno a las 00:00 horas, fiesta en el Bar Pitillo.

  Creo que el fin de semana que va del 17 al 19 se presenta una ocasión única para volver a deleitarse con el cine en la gran pantalla, como ocurría con más frecuencia algunos años atrás. Propongo acudir al Teatro y disfrutar a quien pueda hacerlo, pues no saldrá defraudado al ver estos filmes, la mayoría de ellos de indudable calidad.

    

lunes, 6 de febrero de 2017

Franz Beckenbauer

Ayer nos dejaba uno de los futbolistas más laureados y brillantes de la historia. Para el recuerdo queda el duelo inolvidable que le enfrentó a Cruyff en el estadio olímpico de Munich en pos del Campeonato Mundial de Fútbol de 1974. En 2017 publicaba esta entrada en mi blog. Sirva como homenaje póstumo a su figura. 


Es posible que salvo Cruyff y Zidane no haya habido un jugador de élite tan elegante como El Káiser. En los primeros años setenta me empecé a aficionar al fútbol en serio, primero como coleccionista de cromos y a continuación viendo los partidos de liga del domingo; en cuanto a lo de jugar no era lo mío, era un perfecto zote. A Beckenbauer lo descubrí un poco tarde, en 1974, cuando el Bayern Munich conquistó su primera Copa de Europa al derrotar al Atl. Madrid, y semanas después  al proclamarse Alemania campeona mundial al vencer a Holanda. La verdad es que me quedé boquiabierto contemplando la suficiencia y autoridad de su juego. Yo no salía de mi asombro viendo su capacidad de destruir el juego enemigo, pero al mismo tiempo, con técnica depurada, inteligencia y soltura pasmosa, amén de una condición física fuera de lo normal, organizar el juego ofensivo desde atrás, pues yo pensaba que ese trabajo era exclusivo de los números 8 ó 10 de cada equipo, o sea, del interior derecho o izquierdo en el sentido clásico de aquellos años -hoy el 8 puede ser un defensa y el 10 un mediocentro u ocupar otra demarcación cualquiera-. Para entonces el alemán hacía algunos años que ejercía como líbero de la defensa. Antes había jugado en el centro del campo, dándose a conocer a nivel internacional en el mundial de Inglaterra-66 con tan solo veinte años. Con su retraso hasta posiciones defensivas, si no fue el inventor del puesto de líbero, al menos lo elevó hasta una dimensión que jamás había tenido antes, y en mi opinión no volvería a tener, a pesar de la existencia de otros grandes líberos, como Moore, Figueroa, Pasarela o Baresi. Desaparecida definitivamente la figura de hombre libre en la defensa -tal vez acelerada con la evolución de la táctica del 4-3-3 de entonces al 4-4-2 más habitual de ahora, con dos delanteros-, ya casi ni nos acordamos del juego talentoso y autosuficiente de Beckenbauer, pues era algo así como si en vez de la equipación deportiva vistiera de smoquin -esto creo que lo dijo alguien del mundillo futbolero.-


   Otra de las cosas que me llamaba poderosamente su atención, era esa "manía" suya de ir siempre con la cabeza levantada, pergueñando la próxima jugada gracias a su inteligencia y talento descomunales. Recuerdo ahora la final de la Eurocopa-76 que la desaparecida Checoslovaquia y Alemania Federal empataron 2-2, resultando vencedora la primera tras la tanda de penalties -para el recuerdo el último lanzado por Panenka-. A Alemania no le iba bien pues perdía desde el m. 25 de la primera parte por 2-1. El centro del campo germano formado por Beer, Wimmer y Bonhof no carburaba y Helmut Schön decidió cambiar a los dos primeros por Flohe y Bongartz. Para entonces el veterano seleccionador ya había adelantado la posición del Káiser para que ejerciera como cerebro. Con el 5, capitán a la postre, Alemania tuvo más fluidez en su juego, pero solo le sirvió para empatar el partido en el m. 89. Beckenbauer jugaba con una autoridad que no parecía propia de un jugador. Es muy recomendable el visionado de ese partido.

  Beckenbauer es considerado el mejor jugador alemán de la historia. El 2º mejor jugador europeo del siglo XX por detrás de Cruyff, y el 3º de la misma centuria a nivel mundial, solo superado por Pelé y el holandés, según IFFHS. Si nos atenemos a la votación oficial de FIFA, el organismo lo sitúa en el 4º puesto a nivel mundial y en el 8º en votación pública. A título individual, en su país fue elegido por 4 veces mejor jugador alemán del año; siendo elegido para el equipo ideal en los 3 mundiales que disputó, o sea: 1966, 1970 y 1974. Además ha sido elegido mejor jugador europeo en los años 1972 y 1976, convirtiéndose en el primer defensa en recibir tal distinción.

  Pero la influencia del Káiser va más allá, hasta el punto de ser uno de los responsables directos, y acaso el principal, en transformar un club de segunda línea como era el Bayern Munich a comienzos de los años sesenta, en el más laureado de su país. Por si su carrera no fuera suficientemente exitosa, ahí quedan sus logros como entrenador del Bayern en distintas etapas, y responsable de la selección germana antes, nada más colgar las botas.