viernes, 10 de febrero de 2017

Cinefranca 2017

  A partir del próximo fin de semana, como cada año por estas fechas, la Villa volverá a acoger esta especie de homenaje al cine de verdad. Es muy encomiable y de agradecer el empeño de sus organizadores por sacar adelante durante tres días un evento de tal magnitud, ocupándose y preocupándose de transmitir a los aficionados su pasión sin límites por el séptimo arte, intentando así hacer más llevaderos los rigores invernales a  partir de una oferta cultural de peso.

  A diferencia de años precedentes, la presente edición no plantea un tema concreto alrededor del cual giren las ocho películas seleccionadas. Ni tampoco un tipo específico de narrativa o género; por el contrario, sus organizadores han preferido el eclecticismo, sin renunciar a la calidad, me parece a mí, de todas ellas -De El Cielo abierto y Los amantes del Pont-Neuf no puedo opinar al no haberlas visto-. Por ejemplo, el próximo sábado 18, a partir de las 12:00 horas, se proyecta La fiera de mi niña. Comedia clásica de 1938 de Howard Hawks a mayor gloria de actores tan enormes como Katharine Hepburn y Cary Grant, que a partir de papeles tan opuestos a primera vista, son capaces de crear una química insuperable delante de la pantalla. Aunque la hayamos visto infinidad de veces a través de la televisión, el placer de disfrutarla en la gran pantalla es impagable.

  Si encontramos algunas películas con ciertas similitudes, esas serían Te querré siempre y Carta de una desconocida. Aunque el argumento de una y otra no tengan nada en común, es indudable que ambas beben del asunto amoroso. La primera, de 1954, es fruto de la relación sentimental de entonces entre el realizador italiano Roberto Rossellini y la actriz sueca Ingrid Bergman. En cierto modo la pareja no hace otra cosa que un ejercicio sincero y descarnado trasladando su vida en común al objetivo de la cámara -George Sanders sería en la pantalla el trasunto del director-. Por su parte, en Carta de una desconocida, de 1948, obra imperecedera del director alemán Max Ophüls, la actriz Joan Fontaine no hace otra cosa que asumir una vida paralela a través de la cual y en soledad, padece por el artista y mujeriego interpretado por Louis Jourdan, sin atrever a confesarle sus sentimientos hacia él. Como ocurre con La fiera de mi niña, ambas se emiten el sábado 18, la primera a las 20:30 y la segunda a las 00:00 horas.

    Para el domingo 19 y como cierre del evento, la organización ha reservado la proyección de la película muda Seven Chances, de 1925, permitiendo que el piano de Ricardo Casas acompañe los 55 minutos de metraje, como debía de ocurrir en la edad dorada de aquel cine. En este hilarante mediometraje, su director-actor, el brillante Buster Keaton, nos plantea el absurdo de la vida hasta el extremo de que un hecho concreto pueda cambiar radicalmente la subsistencia de cualquiera. Como recuerdo imborrable, la persecución infernal de novias y piedras en pos del chico que pretende casarse a pesar del ridículo más espantoso, después de haber fracasado 7 veces en su intento desesperado de llevar a alguien al altar -ninguna de las sondeadas sabía del dinero a espuertas- antes de las 7 de la tarde para poder cobrar la herencia de su abuelo. Obra maestra del cine cómico mudo. 

  Desde un tiempo más reciente lo es también la cinta Brazil, del antiguo miembro de Monty Python, Terry Gillian, o aquí habría que decir película de culto, al menos para los incondicionales de la ciencia ficción. Fresco el estreno de la película 1984, la adaptación cinematográfica a partir de la novela de George Orwell, con la cual el escritor y periodista inglés nos informaba de un poder absoluto vigilando permanentemente nuestras vidas, esa abominable existencia del Gran Hermano, tenía que influir en la cinta que nos ocupa cogiendo prestado algo de ese universo orwelliano, si bien Terry Gillian, que nos habla de un poder estatal casi omnímodo, nos lo presente a través de su imaginación desbordante y efectos especiales convincentes para la época. El americano sitúa la acción en un futuro reciente que acaso pudiera dejar de ser ciencia ficción para volverse real; esperemos que no. La cinta se proyecta el domingo 19 a las 10:00.

    Para terminar, el sábado 18 a partir de las 10:00 horas, se pasa la película Alta fidelidad, del 2000. Tal vez no sea el trabajo más logrado de Stephen Frears; no obstante, su banda sonora es frenética y nos hará disfrutar de las imágenes mucho mejor que si estas se sustentaran únicamente en el guión. A mí, sin ser obra maestra, me parece que se deja ver; al menos quienes nos consideramos amantes de la música no deberíamos dejar de acudir. Frears nos da una imagen anterior al cambio de milenio referida a una juventud que ama la vida a través de la música.

  Como en años precedentes, la oferta complementaria de esta edición, comienza con la bienvenida a los asistentes el viernes 17 a partir de las 21:45 horas. Tras la proyección ese mismo día de la película El cielo abierto, en torno a las 00:00 horas, la organización invita a la "Tertulia en la chimenea y copas de balón", con la presencia de la escritora y guionista Elvira Lindo en la Posada Las Doñas del Portazgo. Y el día 18 sábado, con la apertura del ambigü y desayuno en el Bar Compostela. El mismo sábado a las 14:15 horas, sesión de cócteles a cargo de Federico Ysart. A renglón seguido, en torno a las 15:00 horas, botillada voluntaria en Mesón Don Nacho y El Casino (para la comida se debe tener inscripción previa en la web del Cinefranca). El mismo día tendrá lugar la cena a las 22.15 horas. A continuación, en torno a las 00:00 horas, fiesta en el Bar Pitillo.

  Creo que el fin de semana que va del 17 al 19 se presenta una ocasión única para volver a deleitarse con el cine en la gran pantalla, como ocurría con más frecuencia algunos años atrás. Propongo acudir al Teatro y disfrutar a quien pueda hacerlo, pues no saldrá defraudado al ver estos filmes, la mayoría de ellos de indudable calidad.

    

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