viernes, 23 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

  El tiempo se nos escurre sin que seamos capaces de atenazarlo, así que de nuevo volveremos a celebrar más juntos que nunca las entrañables fiestas navideñas. Como en cada final de año haremos balance o un breve recorrido de nuestra vida, planteándonos nuevos retos y muchos propósitos de enmienda, aunque al fenecer 2017 seguramente volvamos a estar en el punto de partida que nos está marcando ahora este 2016. Yo no voy a ser muy original, así que a este año a punto de empezar le pido ventura, y que nos obsequie con salud, amor, prosperidad y también con muchas ganas de recuperar el placer de leer libros de poesía, novela, ensayo o cuentos de navidad.

  ¡¡¡Felices fiestas para todas/os y próspero Año Nuevo!!!



martes, 6 de diciembre de 2016

Comfortably numb

        Dedicado a los incondicionales del grupo Pink Floyd.  


  Para resumir diría simplemente brutal. Comfortably numb (aquí escenas de la película homónima) supone una de las más altas cotas de excelencia. El 6º corte de la 2ª parte de The Wall me marcó desde un principio, cuando adquirí la cinta cassette recién salida al mercado a finales de 1979. En cierto modo y a primer golpe de oído me aleccionó para escuchar con más atención el resto de las canciones, pues intuía que detrás de unas cuantas (difícil de digerirlas tratándose de un álbum conceptual) con atmósfera claustrofóbica y arreglos para nada convencionales, se escondía la obra maestra de los británicos tras la inigualable The dark side of the moon.

  Es sintomático que detrás de una canción sublime que termina convirtiéndose en clásica, casi siempre hay una historia previa. A comienzos 1978 David Gilmour escribió la melodía base para su primer disco en solitario en los estudios Super Bear en Francia. Lo curioso es que lo terminó descartando. Un año antes, en plena gira del grupo para promocionar su anterior obra, Animals, tocaban en el The Spectrum de Philadelphia. Roger Waters padecía intensos dolores estomacales. El médico le inyectó un analgésico muy fuerte pensando que se trataba de un virus, cuando en realidad era una hepatitis. El bueno de Roger (cerebro indiscutible de The Wall), estaba que no se sentía, con las manos agarrotadas (de hecho en los bises ya no volvió a escena). Durante 2 horas deambuló por el escenario como adormecido. 

  Desde abril a noviembre de 1979 el grupo se encierra en el estudio para parir un doble álbum muy parecido a una ópera rock. Roger Waters tenía muy clara la personalidad del protagonista de nombre Pink, una estrella del rock, que trata de aislarse, "es la dificultad para manifestar emociones a medida que nos hacemos mayores, la pérdida de la inocencia y la construcción del muro emocional que cada ser humano vamos construyendo a medida que pasan los años", o eso decía David Gilmour para describir la atmósfera del disco.

  En Comfortably numb (del directo Pulse, ya sin Roger Waters) aflora el dilema entre la obligación o la atención al enfermo. Hay un médico empeñado en mejorar al paciente para que salga a actuar (Roger Waters) para que cumpla el requisito de tocar en el concierto, y está el enfermo (David Gilmour), la estrella que debería de curarse. Al respecto de la letra, Gilmour decía que las partes que él cantaba eran el día y las de Waters la oscuridad.

  ¿Realmente cuál es el milagro que hace única Comfortably numb (de nuevo con Roger Waters y orquesta en vivo, la cual acrecienta esa profundidad sonora) Sin duda sus dos solos de guitarra de Gilmour, especialmente el segundo. Técnicamente es probable que no sean los mejores, aunque no es desdeñable su gran talento con el mástil. En mi opinión lo que hace sublime a la pieza, dándole emoción, color y un aire de épica, es el gran acierto de orquestarla. Gilmour era partidario de una guitarra incendiaria en la parte cantada por Waters, mientras este y Bob Ezrin, coproductor junto a David y Roger, preferían la orquestación, al final primó la segunda opción, contribuyendo definitivamente a que los solos de guitarra descansaran sobre los cimientos sólidos y tremendamente sonoros ideados por Michel Kamen, adquiriendo esa grandiosidad que probablemente hubiera perdido de haber imperado la idea de Gilmour.

  Según las revistas Guitar World y Rolling Stone, el guitarreo de Comfortably numb aquí con David Bowie (algo así como cómodamente insensible o adormecido) ocupa el 4º puesto del ranking entre los mejores solos de guitarra de la historia, mientras la publicación Launch Radio Networks lo eleva al primer puesto. En agosto de 2006 fue votado por los oyentes de la estación de radio Planet Rock como el mejor solo de guitarra de la historia jamás grabado. 

  Es reseñable que este clásico de hace 37 años se convirtió en la última canción escrita al alimón por Roger Waters y David Gilmour.



sábado, 3 de diciembre de 2016

Un verdadero placer

 El pasado día 30 conocíamos la gratísima noticia del otorgamiento del Premio Cervantes al escritor Eduardo Mendoza. A mí parecer justísimo galardón que viene a engordar más si cabe su extenso currículum, trufado de reconocimientos, galardones y novelas esenciales, además de situarlo al fin en lo más alto del panorama literario español. El barcelonés se ha convertido en referente indispensable de la novela en castellano a lo largo del último medio siglo.

  Para argumentar la concesión del Cervantes, el jurado dice que con su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta (1975), "Mendoza inaugura una nueva etapa de la narrativa española en la que se devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta, que ha mantenido a lo largo de su brillante carrera como novelista". En otro momento de su intervención dice estar "en la estela de la mejor tradición cervantina, posee una lengua literaria llena de sutileza e ironía". También nos advierte de que "siendo novelista catalán es un premio literario en castellano a toda una obra escrita en castellano", eso sí, traducida a infinidad de lenguas; o de "la incorporación constante del humor". Yo añadiría que Eduardo Mendoza (1943) ha diseccionado mejor que ningún otro a su ciudad, al menos el lado menos deslumbrante de Barcelona, el del lumpen, la ciudad del anarcosindicalismo o del nacionalismo de inicios del siglo pasado, de la burguesía y de las clases más elitistas, pero también nos lleva de la mano para que caminemos por las calles y callejos más inusitados.


   El autor con residencia actual en Londres, ha escrito nada menos que 15 novelas, 2 libros de relatos, 2 obras de teatro y 4 ensayos. Quien se iniciara en el terreno de la traducción ha tocado prácticamente todos los palos, pero es sin duda en el terreno de la narrativa de largo recorrido donde Mendoza ha destacado. Títulos imperecederos como Una comedia ligera, La aventura del tocador de señoras, El año del diluvio, Sin noticias de Gurb o Riña de gatos, lo han colocado en lo más alto del escalafón. Sin haber leído toda su obra, yo tengo especial apego a esta de "La ciudad de los prodigios", novela que de algún modo lo consagró, si ya no lo estaba. La obra describe la evolución de Barcelona entre las exposiciones universales de 1888 y 1929, fundamentalmente en el ámbito urbanístico pero también social.

  Al margen de todas las virtudes que adornan a este extraordinario escritor, yo añadiría dos que cada vez abundan menos en el territorio de las letras: para nada es estirado, y si da la sensación en algún momento de lejanía se debe a su timidez secular; y por encima de todo, no es nada vanidoso.

   Para mí es un orgullo que se le haya reconocido con el más prestigioso de los premios en lengua castellana, además de ser un verdadero placer leer a este maestro indiscutible de las letras.