martes, 6 de diciembre de 2016

Comfortably numb

        Dedicado a los incondicionales del grupo Pink Floyd.  


  Para resumir diría simplemente brutal. Comfortably numb (aquí escenas de la película homónima) supone una de las más altas cotas de excelencia. El 6º corte de la 2ª parte de The Wall me marcó desde un principio, cuando adquirí la cinta cassette recién salida al mercado a finales de 1979. En cierto modo y a primer golpe de oído me aleccionó para escuchar con más atención el resto de las canciones, pues intuía que detrás de unas cuantas (difícil de digerirlas tratándose de un álbum conceptual) con atmósfera claustrofóbica y arreglos para nada convencionales, se escondía la obra maestra de los británicos tras la inigualable The dark side of the moon.

  Es sintomático que detrás de una canción sublime que termina convirtiéndose en clásica, casi siempre hay una historia previa. A comienzos 1978 David Gilmour escribió la melodía base para su primer disco en solitario en los estudios Super Bear en Francia. Lo curioso es que lo terminó descartando. Un año antes, en plena gira del grupo para promocionar su anterior obra, Animals, tocaban en el The Spectrum de Philadelphia. Roger Waters padecía intensos dolores estomacales. El médico le inyectó un analgésico muy fuerte pensando que se trataba de un virus, cuando en realidad era una hepatitis. El bueno de Roger (cerebro indiscutible de The Wall), estaba que no se sentía, con las manos agarrotadas (de hecho en los bises ya no volvió a escena). Durante 2 horas deambuló por el escenario como adormecido. 

  Desde abril a noviembre de 1979 el grupo se encierra en el estudio para parir un doble álbum muy parecido a una ópera rock. Roger Waters tenía muy clara la personalidad del protagonista de nombre Pink, una estrella del rock, que trata de aislarse, "es la dificultad para manifestar emociones a medida que nos hacemos mayores, la pérdida de la inocencia y la construcción del muro emocional que cada ser humano vamos construyendo a medida que pasan los años", o eso decía David Gilmour para describir la atmósfera del disco.

  En Comfortably numb (del directo Pulse, ya sin Roger Waters) aflora el dilema entre la obligación o la atención al enfermo. Hay un médico empeñado en mejorar al paciente para que salga a actuar (Roger Waters) para que cumpla el requisito de tocar en el concierto, y está el enfermo (David Gilmour), la estrella que debería de curarse. Al respecto de la letra, Gilmour decía que las partes que él cantaba eran el día y las de Waters la oscuridad.

  ¿Realmente cuál es el milagro que hace única Comfortably numb (de nuevo con Roger Waters y orquesta en vivo, la cual acrecienta esa profundidad sonora) Sin duda sus dos solos de guitarra de Gilmour, especialmente el segundo. Técnicamente es probable que no sean los mejores, aunque no es desdeñable su gran talento con el mástil. En mi opinión lo que hace sublime a la pieza, dándole emoción, color y un aire de épica, es el gran acierto de orquestarla. Gilmour era partidario de una guitarra incendiaria en la parte cantada por Waters, mientras este y Bob Ezrin, coproductor junto a David y Roger, preferían la orquestación, al final primó la segunda opción, contribuyendo definitivamente a que los solos de guitarra descansaran sobre los cimientos sólidos y tremendamente sonoros ideados por Michel Kamen, adquiriendo esa grandiosidad que probablemente hubiera perdido de haber imperado la idea de Gilmour.

  Según las revistas Guitar World y Rolling Stone, el guitarreo de Comfortably numb aquí con David Bowie (algo así como cómodamente insensible o adormecido) ocupa el 4º puesto del ranking entre los mejores solos de guitarra de la historia, mientras la publicación Launch Radio Networks lo eleva al primer puesto. En agosto de 2006 fue votado por los oyentes de la estación de radio Planet Rock como el mejor solo de guitarra de la historia jamás grabado. 

  Es reseñable que este clásico de hace 37 años se convirtió en la última canción escrita al alimón por Roger Waters y David Gilmour.



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