martes, 19 de mayo de 2015

El extraño viaje


Los hermanos Vidal (Paquita, Venancio e Ignacia) son solteros maduros, y viven juntos en el pueblo. Ignacia (Tota Alba), la de más carácter y dominante, entabla una extraña relación con el joven Fernando (Carlos Larrañaga), miembro de la orquesta que ameniza los bailes de fin de semana. Una noche, los miedicas Venancio (Jesús Franco) y Paquita (Rafaela Aparicio), aprovechando la ausencia de su hermana Ignacia, entran en su habitación para espiar, siendo descubiertos por ella. Ante el pánico repentino la matan y Fernando les encubre, tirando el cadáver a una cuba de vino, yéndose a renglón seguido del pueblo. A partir de ese momento los acontecimientos se precipitan hasta concluir con Fernando en prisión. A trazo grueso este es el argumento de la Película; sin embargo, esta obra maestra del cine español es mucho más que 90 minutos de metraje para pasar el rato.



  En 1964 Fernán Gómez abordó la dirección del film a partir de un guión de Pedro Beltrán que a su vez está basado en un argumento de Luis García Berlanga. En un primer momento se iba a titular El crimen de Mazarrón, partiendo de ese célebre caso en tierras murcianas; no obstante, la Censura no lo permitió y terminó por llamarse El extraño viaje. Un extraño silencio de 6 años nada más estrenarse, terminó por lastrar la repercusión del film entre los espectadores, no así entre la crítica, que siempre la calificó como una de las obras capitales de nuestro cine.



   La película retrata las penurias en los pueblos españoles de los años sesenta. Por la vertiente rural podríamos encontrarnos ante una cinta costumbrista -y lo es-, pero además tiene el extraño encanto de ser delirante, esperpéntica y yo diría, a título personal, que es una tragicomedia negrísima. A ello ayuda la fotografía en blanco y negro con algunas escenas nocturnas, la música inquietante de nuestro paisano Cristóbal Halffter, tormentas atroces, un músico dispuesto a aprovecharse para sacar los cuartos al trío de solteros y una hermana que parece émula de la misma Bernarda Alba.  Por si no fueran ingredientes de peso, cabe añadir, como ocurre en los mejores thrillers, la inquietud y el suspense hasta el último momento, de manera que el espectador no se sentirá defraudado.



  Esta película de escaso presupuesto y que no contó con el beneplácito de los espectadores de aquel entonces entre otras causas por lo antedicho, forma parte de la trilogía de mejores películas dirigidas por Fernán Gómez junto a La vida por delante y El viaje a ninguna parte. Seis años después de rescatarse del ostracismo al que fue sometida desde la propia productora, fue galardonada como mejor película por parte del Círculo de Escritores Cinematográficos.


   La película la pasan hoy a partir de las 22:00 horas en Classics, el programa que presenta José Luis Garci en Canal Trece.



 


                                       

sábado, 2 de mayo de 2015

El disputado voto del señor Cayo

   No sé por qué en las últimas semanas me está dando por releer novelas con las que en su momento disfruté. En 1997 leí esta del gran Delibes y ya entonces me pareció una historia entrañable y explicativa de un momento histórico y crucial. El autor vallisoletano publicó la novela en 1978, en los balbuceantes años de nuestra transición de la Dictadura a la Democracia. Delibes enmarca la historia en plena campaña electoral de las primeras legislativas, después de muchos años de silenciarse las urnas. Casi a punto de elegirse a diputados y senadores que han de representar a los votantes, un trío de políticos formado por Víctor, Laly y Rafa es enviado a algunas aldeas para que "suelten" el discurso acorde a su ideología con el fin de convencer a los paisanos. En una de ellas sale a su encuentro un anciano de 82 años y que atiende por el nombre de Cayo. De inmediato entablan conversación, dándose cuenta los aspirantes de la profunda sabiduría que se encierra en su interlocutor, un lugareño autónomo, sin necesidad alguna del auxilio de terceros, y viviendo en perfecta unión con el medio. Víctor, el más perspicaz de los tres, se da cuenta de su inutilidad ante un hombre que no necesita absolutamente nada y pronuncia una frase lapidaria y que podría valer para el tiempo presente: Hemos ido a redimir al redentor.

  Casi a punto de ser de nuevo llamados a las urnas, me parece esta novela de una frescura y actualidad poco comunes. Y además de tratarse con cierta profundidad el sentido último de la política desde una perspectiva interesada (por parte de los políticos) y más humana (desde la óptica del lugareño), en la novela se evoca la vida de un tiempo pasado en las aldeas abandonadas o casi sin vecinos. Son unas páginas que acaso nos llenen de melancolía, como le ocurre a Víctor cuando clarividente avisa de que cuando la vida desaparezca definitivamente de los pueblos, ya nadie sabrá explicar a los urbanitas las propiedades de la flor del saúco. Y después de un cataclismo donde sólo sebreviviesen el señor Cayo y él, el primero no necesitaría de su ayuda para sobrevivir, pero el político Víctor sí la del anciano.