sábado, 2 de mayo de 2015

El disputado voto del señor Cayo

   No sé por qué en las últimas semanas me está dando por releer novelas con las que en su momento disfruté. En 1997 leí esta del gran Delibes y ya entonces me pareció una historia entrañable y explicativa de un momento histórico y crucial. El autor vallisoletano publicó la novela en 1978, en los balbuceantes años de nuestra transición de la Dictadura a la Democracia. Delibes enmarca la historia en plena campaña electoral de las primeras legislativas, después de muchos años de silenciarse las urnas. Casi a punto de elegirse a diputados y senadores que han de representar a los votantes, un trío de políticos formado por Víctor, Laly y Rafa es enviado a algunas aldeas para que "suelten" el discurso acorde a su ideología con el fin de convencer a los paisanos. En una de ellas sale a su encuentro un anciano de 82 años y que atiende por el nombre de Cayo. De inmediato entablan conversación, dándose cuenta los aspirantes de la profunda sabiduría que se encierra en su interlocutor, un lugareño autónomo, sin necesidad alguna del auxilio de terceros, y viviendo en perfecta unión con el medio. Víctor, el más perspicaz de los tres, se da cuenta de su inutilidad ante un hombre que no necesita absolutamente nada y pronuncia una frase lapidaria y que podría valer para el tiempo presente: Hemos ido a redimir al redentor.

  Casi a punto de ser de nuevo llamados a las urnas, me parece esta novela de una frescura y actualidad poco comunes. Y además de tratarse con cierta profundidad el sentido último de la política desde una perspectiva interesada (por parte de los políticos) y más humana (desde la óptica del lugareño), en la novela se evoca la vida de un tiempo pasado en las aldeas abandonadas o casi sin vecinos. Son unas páginas que acaso nos llenen de melancolía, como le ocurre a Víctor cuando clarividente avisa de que cuando la vida desaparezca definitivamente de los pueblos, ya nadie sabrá explicar a los urbanitas las propiedades de la flor del saúco. Y después de un cataclismo donde sólo sebreviviesen el señor Cayo y él, el primero no necesitaría de su ayuda para sobrevivir, pero el político Víctor sí la del anciano.

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