jueves, 12 de septiembre de 2013

TRAS LOS VISILLOS

  Novela escrita en 2001, publicada en 2002 y reeditada ahora en formato digital.

  ¿Quién no ha ejercido de mirón en alguna etapa de su vida o a lo largo de toda ella? Nuestra condición humana nos incita a espiar al vecino o al más ajeno de los seres, como un forastero al que jamás hubiéramos visto. Desde la más remota antigüedad , los hombres, mujeres y niños, hemos sentido la necesidad de descubrir, de desvelar el misterio que se encierra en cada uno de nosotros. Una fuerza superior al raciocinio nos impulsa a abrazar la curiosidad oculta, el morbo de lo inesperado; en resumidas cuentas, a esclarecer el misterio más deseado.
  Bien es cierto que no existe un único camino hacia la curiosidad malsana, y por tanto la actividad indagatoria puede estar perfectamente organizada a través de un estado, ejército, empresa, grupo policial, medio de prensa; como también puede ser una mera iniciativa individual clandestina, de la cual no va a dar cuenta a nadie, como no sea a él mismo. El tipo de espionaje variará en función de las características e intereses de la colectividad o individuo empeñado en la materia. Así el espionaje puede ser de variados tipos, y uno de ellos bien pudiera ser el del estímulo sensual. ¿Quién no ha mirado sin prevención y hasta con descaro a una/un semejante por parecerle placentero/a la vista?
  En el terreno del voyeurismo con fines meramente estimulantes, se sitúa esta novela corta de final impredecible, donde la trama evoluciona a lo largo de unas pocas horas vividas con intensidad por Mencía Adiosgracia, pero donde se traen a colación todos sus años de vida que han girado alrededor del espionaje libidinoso, emboscados sus ojos tras unos visillos eternos.
  A través de sus páginas y por encima del desenlace, he tratado de profundizar en la compleja personalidad de la anciana, una mujer que ha tratado de sobrevivir de la mejor manera posible al duro golpe de una infidelidad cuando estaba a punto de contraer matrimonio.