jueves, 18 de marzo de 2021

Valencia C.F., 100 años, 2 meses y 7 días después

    

  En junio de 2020, con retraso por culpa del Covid-19, publiqué mi primer libro de no ficción que, como puede intuirse, explica la historia del Valencia C.F., única y exclusivamente a través de infinidad de estadísticas y/o datos numéricos. La obra, lista para ver la luz en los primeros meses del pasado año, aborda el periodo comprendido entre el 18/03/1919, día de su fundación y el 25/05/2019, último partido oficial de la temporada 2018/19, o sea, el de la final de Copa contra el BarÇa, de ahí el subtítulo del periodo transcurrido entre una y otra fecha. Hoy, víspera de San José, el Valencia cumple 102 años, así que, felicidades.


                         Amunt València!


viernes, 12 de marzo de 2021

LOU OTTENS, INVENTOR DE EMOCIONES

     The dark side of the moon de Pink Floyd, Made in Japan de Deep Purple, los grandes éxitos (primera recopilación de Santana), Darkness on the edge of town de Bruce Springsteen, Rumours de Fleetwood Mac, News of the world de Queen, Abbey Road de The Beatles, Selling england by the pound de Genesis, En directe de Iceberg, Sin after sin de Judas Priest, Led Zeppelin III, Plenitud de Módulos, Tubular bells de Mike Olfield, Exile on Main St. de Rolling Stones, etc., son tantos los álbumes a los que he tenido acceso gracias a este señor, que para completar la lista necesitaría toda la tarde de hoy y algunas más. Gracias al holandés Lou Ottens, yo, humilde aspirante al disfrute de la música, pude hacerlo a mi antojo sin necesidad de recurrir a la radio musical -casi inexistente en el comienzo de los años 70, más allá de los 40 principales-, gracias a un dispositivo que llevaba por nombre cassette, un soporte musical más fácil de almacenar y menos costoso (creo) que los discos grandes de 33 RPM, también conocidos como LPs, o al menos sí lo era el reproductor de cassette con respecto al tocadiscos.


      Aunque en los años 50 ya existían las cintas magnetofónicas, estas tenían el enorme inconveniente de su tamaño grandioso, como los aparatos donde se reproducían, con el inconveniente añadido de la facilidad para romperse o soltarse a la mínima. Por entonces, 1962, Lou Ottens, Ingeniero Jefe de la Philips, ideó un artilugio que terminaría popularizándose en todo el mundo a partir de 1965. Aquella invención tan simple a primera vista, terminó por democratizar (como años antes lo había hecho la aparición del pantalón tejano), por facilitar su acceso a cualquier persona ávida de escuchar música. Y es que otra de las ventajas del casette con respecto al LP, era la posibilidad de grabar lo que uno quisiera, sin necesidad de desembolsar una cantidad mayor por la compra del trabajo original de algún solista o grupo conocido.

        
     Aparatos como este de la foto, permitían la audición de cualquier tipo de cinta magnética de hierro o cromo, si bien el sonido era mono. Aunque a mí, lego en matería (años más tarde descubriría el Estéreo), poco podía importarme esa carencia, pues siendo tan joven ignoraba por completo la prestación más brillante de este. Recuerdo con nostalgia las mil y una grabaciones de álbumes en aquellas maravillosas cintas (Basf, TDK, Fuji, Agfa, la propia Philips, Sony, Scotch, etc.) normalmente de 90 minutos de duración, en las casas de amigos, y también la infinidad de veces que he tenido que abrir las tapas protectoras de las cintas porque, o bien se habían roto, o bien enganchado en el reproductor, y requerían de una reparación puntual. Como tampoco me olvido de las muchas ocasiones en que, al no circular bien la cinta por no rebobinarse de manera uniforme debido a exceso de humedades, suciedad en el reproductor u otro imponderable, me veía en la obligación de darle unos golpecillos contra la pierna o la palma de la mano, y a renglón seguido, con la ayuda de un bolígrafo Bic, a rebobinarlo manualmente. Por lo común, la cinta volvía a reproducirse sin mayor inconveniente.

    
       Este hombre que fallecía el pasado día 6 sin hacer ningún ruido, sin que los medios de comunicación se hicieran eco del obituario, o lo hicieran a vuelapluma, nos ha dejado a millones de personas un legado impagable, cual es el de habernos hecho gozar de la música a partir de un pequeño artilugio capaz de encender la mecha de las emociones sin ser capaces casi nunca de valorar el alcance de lo que teníamos o tenemos entre manos. Vaya para él el mayor de los reconocimientos y una gratitud infinita.