jueves, 14 de noviembre de 2013

La última indicación de la CEOE

  La CEOE ha indicado hace unos días la importancia de que los asalariados paguen una cuota mayor a la S.S., aligerando así el esfuerzo de las empresas. La Patronal argumenta a tal fin la seguridad de dinamizar la economía española si los empresarios pagasen un porcentaje menor (hoy en torno al 80% frente al 20% restante que recae en los trabajadores), de esa manera dispondrían de más dinero para competir en igualdad de condiciones con sus colegas de la zona euro. Y pienso yo, siendo lego en asunto de tanta enjundia como el económico, si en la sede, además de sesudos, esforzados y muy bien remunerados patronos, no habrá economistas a los cuales consultar de vez en cuando en lo referente a la trascendencia o no de las propuestas mercantiles.

  Veamos. Hay en torno a 6 millones de parados, una merma generalizada de los sueldos (pero sólo de la clase obrera, porque la de los grandes ejecutivos no parece haber sufrido un quebranto parecido), ERES con indemnizaciones ridículas, pensionistas en constante aumento, inmigrantes probando suerte como en los años sesenta. Si además tenemos la constatación de que el consumo interno (viene a suponer del 60 al 65 por ciento del PIB), ha caído en picado desde el inicio de la crisis, yo no sé a ciencia cierta quién va a gastar los euros en otras cosas que no sean la vivienda, los alimentos y resto de primeras necesidades, si se da otra vuelta de tuerca hasta reducir un poco más el poder adquisitivo del ciudadano.
  
  A estos señores que teóricamente deben de representar a todo el tejio empresarial y no sólo al más encumbrado, los economistas que de verdad saben por donde pisan, deberían advertirles que de la crisis se saldrá cuando se recupere el consumo interno, cuando la clase media en vías de ser un ente residual, vuelva a consumir; si así fuera, las empresas venderían más y eso debiera propiciar la creación de nuevos puestos de trabajo. Arriesgar la recuperación únicamente a las exportaciones y al buen comportamiento del turismo es una temeridad, por no decir el suicidio.

  Que no traten de engañarnos con las mil y una reformas. El gran drama de España, aunque los políticos no se atrevan a decirlo con claridad, es el modelo productivo. El milagro económico español de la pasada década se sostenía sobre la insostenible economía del ladrillo. Una vez esfumado el monstruoso boom financiero-inmobiliario (llegamos a ser en torno a 20 millones de afiliados a la S.S., frente a los poco más de 16 de la actualidad), sin alternativa viable para vertebrar otro tipo de actividades sostenibles, cuando de verdad dejemos atrás la crisis, no hay más alternativa que la de estimular la demanda interna y no al contrario.

  Muchas veces me he preguntado adónde deben ir las ganancias de las grandes empresas (Ibex-35, y otras que no lo integran). Cuando escucho que tal sociedad acaba de obtener un beneficio de 3.000 millones de euros en los últimos meses, termino por hacer cábalas: Una parte pequeña para los accionistas, otra para pagar al Consejo de Administración, altos cargos, ejecutivos y asesores. ¿Y el resto? La mayor parte a especular, de manera que la empresa X  se hace con el 10% de las acciones de la empresa Y, y ésta con el 8% de la denominada Z. O a crear SICAVs en compañía de otros especuladores y que les supone pagar un irrisorio 1% de los poco más de dos millones de euros para tal fin. Naturalmente provisionan, creo que en torno al 10% en concepto del Impuesto de Sociedades, un porcentaje, en muchas ocasiones, inferior al que se les retiene a los trabajadores a través del IRPF.

  Y digo yo, ¿por qué no se les obliga a reinvertir una parte sustancial de la plusvalía en crear puestos de trabajo, en I+D+i, en la modernización de maquinaria e instalaciones, en formación de trabajadores, en prevención y seguridad del trabajo, etc.? No todo debiera ser estirar hasta el infinito el margen de beneficios; sin embargo, este es el sino de los tiempos, fruto de la desregularización sin cortapisas. Libre Mercado, sí, pero dentro de unos límites. La crisis actual, en mi opinión, es fruto del neoliberalismo devastador exportado con éxito desde los países anglosajones y abrazado sin disimulo por la UE.

  Si la CEOE cree que el camino a seguir para dejar atrás la crisis es devaluar, empobrecer un poco más a la clase media trabajadora, se equivoca de cabo a rabo, porque, una nación sin una clase media robusta, está abocada al más absoluto de los fracasos, por mucho que a quienes llevan las riendas del país se les llene la boca con la manida marca España.

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