domingo, 27 de diciembre de 2015

NIGHT & DAY

  Parafraseando a Led Zeppelin en aquel tema Hats off to (Roy) Harper, yo también pido que nos descubramos ante Shanti Gordi, tras una actuación, la de anoche, llena de magia y encanto. Evidentemente la de ayer no es la primera actuación al alimón de Shanti Gordi y Joan Mesquida Big Band -la cual sirvió para inaugurar oficialmente el teatro de Calós tras una profunda restauración-, pues ya habían actuado anteriormente en otros espacios, como en la Sala Multifuncional del Canal Salat en Ciutadella o el Teatro Principal de Maó; no obstante, me sirvió para verlos por vez primera sobre el escenario y así disipar cualquier recelo en cuanto al maridaje de un "aspirante" a crooner y una big band moldeada muy al gusto de Joan Mesquida. La voz poderosa del ciutadellenc, con timbre no demasiado alejado del de Michael Bublé, me dejó sorprendido gratamente, pues, lo confieso, creí que asistiría a la interpretación de unas cuantas piezas estándard enmarcadas en ese tipo de música años 40 y 50, por parte de un buen vocalista que jamás iba a superar el listón y handicap a un tiempo que suponía volver, tras estar embarcado durante tres temporadas en el universo Pink Floyd; sin embargo me di de bruces con la cruda realidad de que Shanti es un animal de la música con una versatilidad incontestable, además de un saber estar, elegancia y dominio de las tablas, propio del más presumido de los profesionales.

  No es menos cierto que la compañía, esa Big Band con evocaciones a las grandes orquestas de Benny Goodman o el mismo Glenn Miller, favorecían la simbiosis y ambientación musical, en ocasiones nada sencilla si el vocalista pretende adueñarse por completo del protagonismo o los músicos intentan ir más allá del papel encomendado. Músicos bien diferenciados en dos grupos: el formado por la Big Band propiamente dicha, con su sección de madera, de viento y de cuerdas desenvolviéndose como pez en el agua al ritmo del swing, y por otra la clásica formación de batería, contrabajo, guitarra y piano, más impregnada del jazz clásico colindante con el cool, dejaron en los tres centenares de asistentes el gustazo de una velada donde se evocaban las grandes voces de los viejos crooners, como Sinatra, Sammy Davis Jr., Dean Martin, Tony Bennett o Matt Monroe, sin olvidar a los herederos de ahora, como el mencionado Michael Bublé, Robbie Williams, Rod Stewart  o el camaleónico Bowie. Y por supuesto, la banda dirigida con dominio absoluto por parte de su director, no hizo otra cosa que traer al recuerdo las bandas con enorme talento de mitad del siglo XX, como las ya mencionadas anteriormente, o las de Tommy Dorsey, Woody Herman y Count Basie.

  Dividido en dos partes, el concierto arrancó con una de los temas más reconocidos de Michael Bublé, recorrió algunos de los hits de Cole Porter, para  mediada la primera parte, dejar a Joan Mesquida acompañado por su clarinete y la Big Band, profundizar en el swing más conocido de aquellas grandes bandas. En la segunda parte hubo los minutos propios para lucimiento del crooner Shanti, para la Banda de Mesquida, pero también un aparte para la esencia más jazz e intimista, incluyendo una versión  de Here, there and everywhere de The Beatles. En el escenario hubo tiempo para escuchar distintos tipos de música, como swing, jazz, blues y hasta el villancico Santa Claus is coming to town, perfectamente ensamblados, remedando el estilo genuinamente característico de aquellas formaciones que durante años marcaron el sentido musical de muchas generaciones de americanos y europeos.

  Un notable alto para la propuesta de anoche que sin duda va a deparar a la formación muchos y constantes éxitos.

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