jueves, 17 de diciembre de 2015

Conversación en la Catedral

  ¿Qué se puede decir de la novela Conversación en la Catedral? De entrada que yo no concibo otra mejor por parte de su autor, si bien todo es muy discutible; aunque a mi favor está la declaración que en su momento hizo el autor peruano, al decir que si solo pudiera salvar una de sus obras sería esta, pues las correcciones y el ensamblaje final le había llevado más trabajo que ninguna otra. Por supuesto que en la pugna final para elegir la novela cumbre de Vargas Llosa, se colarían algunas como: La guerra del fin del mundo, La ciudad y los perros, La fiesta del Chivo o La Casa Verde, pero a mi modo de ver debe situarse, sin dudarlo, entre las tres o cuatro mejores.

  Conversación en la Catedral fue publicada por vez primera en 1969 en dos partes, algo que no volvería a ocurrir en ediciones posteriores, ya que las más de 400 páginas de la obra saldrían de imprenta en un solo ejemplar. Por encima de cualquier otra consideración, Conversación en la Catedral es una novela redonda. Vargas Llosa juega a narrar cuatro historias que transitan paralelas durante muchas páginas, terminando por converger en algún momento, algo así como el vértice de una geometría. Una geometría que atrapa sin remedio desde la primera página con ese arranque considerado de los más brillantes, con la pregunta inevitable como sorprendente que se hace uno de los protagonistas-vèrtices, Santiago Zavala o Zavalita: <<¿en qué  momento se había jodido el Perú?>>, ¿acaso con la proclamación de la dictadura de Odría?, ¿tal vez cuando renegaste de tu familia para malvivir como cronista en La Crónica, Zavalita?, ¿con el imperio de la corrupción afín a cualquier otra dictadura hermana? Todas esas preguntas no tienen una respuesta tajante, pero a lo largo de la dilatada lectura se nos van aclarando parcialmente esas y otras incógnitas.

  La Novela es en buena parte la singladura de los ocho años (1948 a 1956) que abarcó la dictadura del general Odría, con el denominador común de la represión, las corruptelas y el juego de alianzas necesarias para perpetuar el poder, sin ser una novela histórica, pues se trata de una ficción que bebe de aquellos años siniestros. Y además, alguna de las cuatro historias, va mucho más lejos, aunque siempre esté empapada de la influencia atroz de aquel poder antidemocrático.

  Desde cualquier punto de vista es una historia tremenda y que te atrapa, una novela casi insuperable, y entre otras particularidades que la enriquecen, está la originalísima forma de contarla, con diálogos que se entrecruzan y que corresponden a algunas de las 4 historias ya mencionadas; con vueltas y revueltas, o saltos en el tiempo que ayudan a que la acción avance, y te sorprenda; y por descontado está el autor omnisciente jugando con el juego de espejos o con el de las muñecas rusas si se prefiere, esperando el esfuerzo y compromiso de un lector para nada perezoso, un lector que se atreva a sumergirse en cada una de las historias narradas. Por cierto, La Catedral es el lugar donde transcurre la charla de 4 horas entre Zavalita y el zambo Ambrosio que recorre el libro, y no es ningún edificio religioso, sino un bar pobretón con el techo muy alto, de ahí el título.

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