sábado, 11 de abril de 2020

Garota de Ipanema

    Es desconcertante y llamativo a un tiempo, que los seres humanos nos dejemos seducir por el texto de una letra y la melodía de una canción, hasta el extremo de situar sin titubeo alguno a la playa de Ipanema en la ciudad de Rio de Janeiro; y por el contrario, muchos no atinemos a ubicar, aun en nuestro propio país, las playas tan populares de San Lorenzo, San Juan, de Samil, de los Cristianos, del Rinconcillo, etc. Es lo que tiene la universalidad de la música, capaz por si sola de hacernos soñar, disfrutar y hasta de aprender geografía con más facilidad que si asistiéramos a clase.



       En 1962, en la ciudad de Río, el compositor Antonio Carlos Jobim y el letrista Vinicius de Moraes, pasaban buena parte de los días en el Bar Veloso (hoy lleva el nombre de Garota de Ipanema), acompañados de güisquis y unas ganas enormes de concluir decenas de canciones acordes al nuevo estilo imperante de la Bossa Nova, una corriente que había dado sus primeros pasos apenas 4 años antes, buscando una identidad propia al margen de la samba, la música más popular de la nación brasileña. En la recién estrenada década de los 60, Brasil se había repuesto del "maracanazo", aquella desgracia nacional que supuso la derrota del Equipo Nacional en el Mundial 1950 a manos de Uruguay, además de cientos de suicidios por no haber soportado tamaña afrenta, una afrenta que supuso la renuncia a su indumentaria tradicional hasta entonces, la del blanco, para vestir tras la desgracia, la canarinha: camiseta amarilla y pantalón azul. Por lo acontecido no les fue mal, pues levantaron la copa del mundo de 1958 y 1962. Pero si el fútbol era el fenómeno del momento, no lo era menos la nueva música aún por recibir el reconocimiento internacional. En aquellos días luminosos, Vinicius había empezado a escribir la letra de un nuevo tema, pero no le terminaba de convencer por completo, hasta que reparó en las idas y venidas de una joven de 17 años camino de la playa, y que a veces entraba en el Bar a comprar cigarrillos para sus padres. Ambos amigos la piropeaban por su belleza y cadencia al andar, incluso la invitaban a tomar algo, pero ella, tímida aunque halagada, nunca se plegó a los deseos de ambos. Con la irrupción de la musa, Vinicius concluyó con éxito los versos que hoy son tan reconocibles. Le enseñó la letra a su compañero y Jobim no tardó en componer la melodía que hoy es muldialmente conocida y que terminó por darle el espaldarazó definitivo a la Bossa Nova, pues había nacido Garota de Ipanema, o sea: Heloísa Eneida Menezes Paes, una perfecta desconocida entonces, y desde 1965, cuando Vinicius admitió su identidad, un personaje público, especialmente en Brasil, y que atiende por el nombre de Helo Pinheiro.



         El 2 de agosto de 1962 fue presentado ante el público el nuevo tema que tuvo de inmediato su favor; no obstante, no sería hasta  1964, con la grabación hecha por el cantante, compositor y guitarrista Joao Gilberto, el saxofonista Stan Getz y la vocalista Astrud Gilberto, de dicho tema, rebautizado por Norman Gimbel en 1963 como The girl from Ipanema, tras haber adaptado su letra al inglés, cuando la canción traspasó todas las fronteras, y en nuestro planeta se tuvo conocimiento de un nuevo estilo musical marcado por la dulzura y peculiar disonancia de sus melodías que pretendía independizarse de su hermana mayor la Samba. Brasil ya podía presumir de ser la nación que daba al mundo un estilo musical inconfundible y que ha inspirado, no ya solo al saxofonista americano, sino a infinidad de intérpretes de los rincones más insospechados. 



          El bar, entonces Veloso, puede presumir en cierta manera de haber alumbrado la segunda canción más interpretada de toda la historia. La primera grabación en estudio la hizo Pery Ribeiro en 1963, y como se puede apreciar poco tiene que ver con la del trío formado por los Gilberto y Getz. De todos modos es a partir de la grabación de 1964 cuando las versiones se suceden a ritmo vertiginoso. Las más célebres son las de: Frank Sinatra,  Sammy Davis Jr., Cher, Sepultura, Nat King Cole, Herb Alpert's Tijuana Brass, Madonna, Maroon 5, Diana Krall, Petula Clark, Amy Winehouse, Sarah Vaugh, Ella Fitgerald, The Supremes, Shirley Bassey y muchas otras figuras, algunas de ellas cambiando el término de girl por boy.




          Mi primer contacto con la música brasileña fue a partir de una cinta cassette que compré a los 14 ó 15 años en Gijón. Os Maracatu, era o es un grupo o dúo, nunca lo he sabido con certeza, y que interpretaba temas populares como: Voce abusou, Marina, Birimbau, María vai com as outras, etc., que llamaron poderosamente mi atención, y que me empujaban a indagar en esa música brasileña de nuevo cuño. Pero he de admitir que no fue hasta escuchar este disco Getz/Gilberto, en el cual colaboraban, ademas de Joao Gilberto y Stan Getz, el propio Antonio Carlos Jobim al piano y Astrud Gilberto en el tema de marras y Corcovado, cuando fui verdaderamente consciente de que me entusiasmaba por su belleza y la tremenda adaptabilidad a otros estilos, especialmente el Jazz. Desde entonces no he dejado de escuchar bossa nova, algo que me ha permitido descubrir a figuras de la talla de Chico Buarque, Maria Bethânia y su hermano Caetano Veloso, Toquinho, Sergio Mendes, Toninho Horta, y otros muchos, algunos de ellos más enfocados hacia otros géneros como el Jazz, pero sin perder esa esencia tan característica de la música popular brasileña. Una verdadera delicia escuchar una y cien veces esta Garota de Ipanema que convirtió a Ipanema en una de las playas más célebres del orbe.

        

 

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