miércoles, 22 de abril de 2015

Adagio 123

(Fragmento páginas 38 y 39 de la Novela)

Yo deduje que a tu padre lo que realmente le estaba ocurriendo no era nada, si obviamos una repentina fascinación hacia ambas mujeres, sin ser por entero consciente de ello. No hacía ni medio año de su ruptura sentimental con Norma, y empezaba -creo yo- a mostrar indicios de padecer cierto mono ante la carencia de afectividad estable. Innegablemente no había sido una relación tan coherente -por llamarlo de algún modo- como la vivida con tu madre, pero tras tres años de convivencia, algo quedaba. En ocasiones -eso no lo sabes-, Norma se liaba los trastos a la cabeza y se iba a casa de su hermana por un tiempo de quince o veinte días, a disfrutar de una vida ordenada, como ella decía, y regresaba con las pilas cargadas para sobrellevar con resignación las largas ausencias de Feli, en particular a esas horas donde más se echa a faltar a un hombre, y no me estoy refiriendo a la cama. Hasta cierto punto, Norma nunca pudo superar el acontecimiento de los más de veinte años de feliz matrimonio de tu padre. Con frecuencia le echaba en cara su falta de detallismo, de poner por encima de ella su profesión de investigador privado. Se ponía negra cuando tu padre se excedía hablando de lo estupenda cocinera que era tu madre, lo hacendosa al mantener como un jaspe la casa, o si se preocupaba por parecer amable en todo momento ante los invitados. Evidentemente, y perdóname si soy un poco ordinario, Norma podía aventajar a tu madre en el tema de la juventud, pero ni por asomo le llegaba a la altura de la suela del zapato si debía de comprometerse en limpiar la casa, hacer las camas como es debido, y no digamos cocinar, pues ni se atrevía con algo diferente a una sopa instantánea y la fritanga de rigor. Ya ni te cuento a la hora de charlar de algo sustancioso. En cierto modo era una verdadera calamidad, por no decir algo peor, como una haragana. A su manera, Feli la amaba, pero era consciente de que sus virtudes se circunscribían en exclusiva a sus partes más íntimas; pues, si bien al principio le había llamado la atención su especie de jerga desenfadada aderezada con multitud de tacos y su extremada alegría, con el transcurso del tiempo, su conversación le empezó a sonar a insulsa, carente de todo interés, ayudando a incrementar esa sensación la limitada utilización de vocablos que por lo general se emboscaban en palabras malsonantes. Y ya ves: al final fue ella quien decidió romper por estar hasta el culo de tu padre. Ante otros argumentos más sólidos, como hacía Feli, siempre se decantaba por mentar la parte trasera. ..

  (La novela está a la venta en las librerías de Ciutadella y Menorca, y en las de Villafranca y el Bierzo. Para el resto de España se puede adquirir en papel y a demanda a través de Amazon. También en formato ebook a través de La Casa del Libro o El Corte Inglés.)

  


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