domingo, 11 de mayo de 2014

Villafranca, turismo


  Sobre Villafranca y su destino se han vertido opiniones en infinidad de artículos en los medios escritos, se ha conversado en la radio y hasta en la televisión, pero somos fundamentalmente los villafranquinos quienes hablamos, confrontamos y discutimos desde hace decenios tratando de buscar la mejor solución de futuro, el remedio a su abatimiento ancestral, sin que por el momento nos hayamos topado con el bálsamo de Fierabrás, o para ser más exacto, con la fórmula perfecta. La Tierra, esa minúscula canica donde vivimos, no ha dejado de dar vueltas en torno a su eje y alrededor del Sol a lo largo de millones de años, algo por otra parte tan absurdo y simple que hace factible la vida de los terrícolas; sin embargo, la Villa ha dejado de pulsar en el reloj del tiempo desde hace casi un siglo hasta pararse. Ya en su incompleto Viaje al Bierzo Bajo de 1967, Ramón González Alegre titula uno de sus apartados Un pueblo bellísimo en moribundia, lo que venía a confirmar entonces el incipiente ocaso que luego se ha venido agudizando con el transcurso del tiempo. Todos los villafranquinos nos hemos sentido apenados e incluso -es una apreciación personal- acomplejados por el ingrato rumbo que tomaba la Historia vengándose de la nuestra, tan brillante, aseada y ejemplar hasta anteayer como quien dice. Nos fastidia que Ponferrada, la eterna rival, sea ahora la localidad pujante, la de referencia, cuando ni siquiera había llegado a ser capital de provincia en tiempos de la Pepa, aunque estuviera compitiendo para serlo hasta el último instante. Pero Villafranca tenía entonces peso y poder de influencia como para seguir liderando al Bierzo, al menos desde las instancias políticas, y cuando menos rivalizando con aquélla por la primacía comercial de la Comarca.

  A día de hoy Villafranca ha desatendido la poca industria con la que contaba, el comercio continúa declinando, y por supuesto ha perdido servicios tan dispares y básicos como el Juzgado de Primera Instancia, la estación de tren, el cine-teatro con proyecciones o representaciones regulares, o el colegio de enseñanza de los PP.PP., etc. Lo único de lo que sí puede presumir es de su considerable patrimonio histórico y artístico, amén de un entorno de belleza incomparable. Si esto es como creo que es, los villafranquinos deberíamos unirnos y volcar el esfuerzo común en algo tan de moda hoy como es el turismo, en este caso turismo de interior. Las posibilidades son inmensas y el resultado final puede ser gratificante, haciendo que el beneficio aún por llegar redunde en una nueva y desconocida prosperidad; aunque para ello y como premisa esencial, todos, absolutamente todos, debemos de creer a pies juntillos en las enormes posibilidades sin tantear que ofrece nuestra Villa. Creo no exagerar diciendo que si Villafranca del Bierzo se ubicara en una comunidad como Navarra, Rioja, País Vasco o Cataluña, cualquiera de ellas con mucho más empuje y altura de miras que la nuestra, sería enclave de obligada visita para turistas ávidos de cultura, paisajes y por qué no, costumbres. Al impulso de los habitantes en aquellos lares, se uniría el apoyo económico y de otra índole de los respectivos dirigentes políticos que bajo ningún concepto dejarían apagarse un lugar tan singular. Yo he visitado algunos pueblos y ciudades con menos credenciales, y no obstante se han promocionado como el no va más, pese a que sus virtudes se circunscribieran a una promoción exagerada, a estupendas carreteras de acceso, con sus calles, plazas, rincones y edificios/monumentos limpios y cuidados, con señalización clara y precisa de los espacios pintorescos; en resumidas cuentas, dando la sensación de armonía en su conjunto.

  Los villafranquinos debiéramos de olvidar las protestas cuando se cuece el guirigay, y agradecer que los visitantes abarroten nuestras calles, sea en fiesta patronal o a golpe de Fiestizaje. Es nuestra obligación luchar hasta extenuarnos para involucrar a las diferentes instituciones y en particular a la Junta a fin de asegurar la preservación del abundante patrimonio monumental con que contamos, reivindicar hasta el desespero la obligación de dotar a nuestra Semana Santa con el marchamo del interés regional y demandar la mejora, promoción y divulgación de algo tan básico para el Bierzo como es el Camino de Santiago. Pero a su vez, nosotros tenemos la ineludible obligación de apostar antes por la unidad de acción, por valorar cualquier idea novedosa que pudiera ir en beneficio de la Villa aunque a primera vista nos parezca peregrina. Y yo a título personal, apostaría sin rodeos por seguir fortaleciendo la oferta cultural como valor añadido para cuando lleguen los días venturosos del turismo de masas. Mas todo esto es fácil de decir cuando uno está fuera, ¿verdad? Entonces lo mejor una buena imagen y saberla vender.


  Hablando de ideas. El otro día leía en el semanario Bierzo 7 una propuesta más que interesante expuesta en un artículo de Víctor Martínez. Al rebufo del próximo mundial de ciclismo a celebrar en cuatro meses, el autor plantea la oportunidad de hacer una "Clásica del Bierzo" como hay otras muchas que dan prestigio a los lugares donde se desarrolla, tal es la Milán-San Remo sin ir más lejos. Víctor Martínez sugiere una carrera con inicio y final en Ponferrada después de un recorrido de 190 km. y tras circular por las localidades más importantes, entre ellas Villafranca. El autor considera que el próximo mundial puede servir como vehículo promocional del Bierzo a lo grande, por tanto no habría que dejar de lado posteriormente la alternativa anual de una clásica, pues advierte del favorable impacto visual que las imágenes difundidas en septiembre a multitud de países puede infundir en el ánimo de los televidentes, atrayendo así su necesidad de conocer el terreno in situ, por aquello de que "una imagen vale más que mil palabras". Si finalmente prospera la interesante idea que él presupuesta muy por debajo del coste mundialista, en torno a 600.000€, creo que Villafranca tendría que volcarse en ella y colaborar dentro de sus posibilidades pecuniarias.

  Es fundamental el trabajo en equipo, unidos; y si inesperadamente surge una iniciativa, en este caso de carácter comarcal, apoyarla sin ambages hasta las últimas consecuencias, porque el bien del Bierzo redundará en el beneficio de Villafranca. Pero antes del atrevimiento, de arriesgarnos, hay que creer ciegamente en cuanto se haga, pues la fe mueve montañas.

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