viernes, 23 de mayo de 2014

Un coladero

  Desde el pasado 15 de marzo está en vigor la reforma de la Justicia Universal tras el voto único y mayoritario del Partido Popular en el Congreso. Con la nueva propuesta se pretende frenar la investigación en torno a delitos que no se hayan cometido dentro de nuestras fronteras. Desde entonces y a día de hoy han sido puestos en libertad 43 narcotraficantes, un número que irá en aumento con el transcurrir de las semanas si alguien no le pone remedio, añadiendo a la lista a torturadores, genocidas, violadores, etc. 

  La Justicia debe de ser presta, ecuánime, reparadora que no vengativa, y de carácter universal, huyendo de cualquier localismo cuando el delito sea flagrante, osease, producido en La Habana, Sebastopol o en mitad del océano. Siendo de pura lógica, advirtiendo la mayoría de jueces y magistrados de tamaña chapuza a quien rige y debe reformar el músculo de la judicatura desde el ámbito político, es un desatino que él, el sr. Ruiz Gallardón, jurista para más señas, con amplios conocimientos en la materia, además de hombre cultivado y probablemente con la cabeza mejor amueblada de cuantas reflexionan cada viernes en torno al Presidente para hacer más "llevadera" la vida de los españoles, haya optado, a indicaciones de éste y de poderes más alejados por ahuecar el ala y mirar para otro lado por si las moscas. Y mientras tanto, supongo que un buen número de ciudadanos asistimos estupefactos a la procesión de criminales excarcelados, por no llamarlos armas de destrucción masiva, pues no dejan de ser individuos sin entrañas que no les importa lo más mínimo la degradación de miles y miles de personas cuando no el destrozo de familias enteras con tal de obtener pingües beneficios a cuenta del tráfico de drogas. Y mientras eso ocurre, una amplia mayoría de los medios que tienen por misión la de informar, pasan de puntillas sobre el tema cuando se produce una nueva suelta de prisioneros, algunos de ellos sin haber pasado siquiera el año entre rejas. De verdad que es para que a uno se le caiga la cara de vergüenza, y más si hacemos la comparación -odiosa, cierto, pero no se debe ignorar- de aquellos días no tan lejanos, cuando la facción informativa más radical condenaba con rotundidad cada puesta en libertad de algún etarra tras haber cumplido condena de varios años con sus correspondientes beneficios penitenciarios a los que tiene derecho todo recluso. No puedo admitir el opuesto proceder como no sea a partir de una vertiente ideológica interesada, pues si no es así yo no entiendo nada. La prensa en general debiera denunciar sin cortapisas este escándalo, de lo contrario se puede pensar en la complicidad de quienes la dirigen, algo por otra parte nada descabellado teniendo en cuenta que los propietarios de casi toda ella pertenecen en su mayoría a empresas del Ibex 35.

  Y desde luego aún entiendo menos la escasa repercusión que está teniendo entre los políticos que aspiran a hacerse con un sillón en el parlamento europeo, ese goteo incesante de criminales puestos en la calle. En mi modesta opinión, ésta sí que sería inestimable "munición" para utilizar contra los actuales gobernantes, por otra parte favoritos para hacerse con la victoria, aunque esta vez sin mayoría absoluta. Me parece a mí tema de capital importancia y que Europa debería debatir a fin de influir en el gobierno español para enmendar su garrafal error. No obstante, que apenas surja en el debate de las ideas la Justicia Universal como la conocimos hasta anteayer, evidencia el pobre nivel de la actual clase política española, salvando honrosas y contadísimas excepciones.

  Por su parte el sr. Ruiz Gallardón se está cubriendo de gloria con la dejación de funciones en asunto de tal relevancia, un desaguisado más a añadir a la subida de tasas que deja con escasas opciones de litigar a los menos pudientes, o a la nueva ley de seguridad ciudadana que restringe la capacidad de movimiento de las personas, o a la pretendida privatización del Registro Civil en favor de los registradores de la propiedad, amén, como sí ha ocurrido con otros de sus predecesores, de firmar múltiples indultos sin rigor. Para mí sin dudarlo, y lo digo con pesar, es una de las grandes, sino la mayor decepción del Gobierno. Para este viaje de persona tan instruida sobraban alforjas; mejor otra en su lugar sin tantos conocimientos pero con algo tan básico como el sentido común y la justicia, valga la redundancia.

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