domingo, 27 de abril de 2014

La CIUDEN en riesgo de liquidación


   En las últimas semanas se vienen agolpando las malas noticias en cuanto a la viabilidad de la Ciudad de la Energía, una entidad que bien podría llegar a su liquidación si no se remedia con la fuerza y unidad de todos los bercianos; algo por lo demás en entredicho a tenor de la baja participación de ciudadanos en la última manifestación organizada por la Plataforma en defensa de la CIUDEN, en torno a 200 ó 300.  

  El proyecto de envergadura cuya culminación sería la captura y almacenamiento de CO2 nacía tras un Consejo de Ministros del año 2006, a la postre una de las promesas electorales del sr. Zapatero para desarrollar en el Bierzo. Nacía así la Fundación tras una inversión considerable de dinero y con la firme intención de ponerse a la vanguardia europea en lo concerniente a la generación de energía limpia a partir de productos altamente contaminantes como el carbón, uno de los fósiles más nocivos para el medio ambiente. El plan global contemplaba en sus estatutos fundacionales una fuerte apuesta por el desarrollo social y económico de nuestra comarca, además del proyecto del Museo de la Energía y otras muchas vías de exploración expuestas por ejemplo en informes referidos al ahorro energético en municipios, o la recuperación de escombreras, cuando no puesta en marcha de terrenos deportivos. Todas las finalidades ideadas en tiempos del dinero a espuertas entrando en el erario público merced a la pujanza desmedida del sector del ladrillo, hicieron que el proyecto inicial se sobredimensionara, eso es cierto, como también que en los tiempos que corren el proyecto se debe readaptar con rigor; pero de ahí a minimizar su actividad hasta convertirla en residual hay un trecho enorme.

  Dicen los más pesimistas que el actual director de la CIUDEN y estrecho colaborador del ministro Soria -hoy ya disuelta la Fundación como ente jurídico propio-, sr. Castiñeiras, tiene encomendada la misión de eliminar los fragmentos del antiguo proyecto global de la Fundación, hoy repartida su gestión entre diversos organismos públicos, lo cual ha venido a desdibujar sustancialmente su cometido.

  No hay que ser un lince para darse cuenta de que el actual gobierno siempre ha renegado del carbón. No se necesita retroceder muchos años para escuchar al sr. Rajoy, entonces en la Oposición, condenando su consumo. Concretamente, el 18-11-2009, en sede parlamentaria decía: <<mientras otros países europeos apuestan por reducir la dependencia energética y el uso del carbón, aquí hacemos lo contrario>>. La contradicción es manifiesta, pues son ellos quienes han abjurado clamorosamente de las energías alternativas -carísimas, dicen ellos-; y en lo referido al carbón, en el Bierzo hay mucho, otra cosa es el coste de extraerlo, las huellas que deja en la tierra y el daño causado a la atmósfera. Ahí es donde tenía o tiene su razón de ser la CIUDEN, porque si finalmente se resuelve felizmente la captura del dióxido de carbono -en 2012 se culminó con éxito dicho procedimiento- y su complejo almacenamiento a un precio razonable, tal vez el carbón tendría futuro más allá del año 2018. A lo que se ve, los actuales mandatarios y particularmente el sr. Soria sí apuestan por la exploración de nuevos yacimientos de petróleo en aguas marítimas, siendo como es el principal elemento contaminante mundial e inductor esencial del cambio climático presente.                    

  En manos de los bercianos está hacer frente común contra un gobierno que jamás ha creído en el proyecto y por descontado en todo aquello que huela a I+D+i, no hay nada más que ver cuántos científicos e investigadores han tenido que abandonar de nuevo España. Los mandamases de Madrid, no obstante, debieran de saber que todo lo que no sea invertir en aquello, educación y también cultura, por qué no, aboca al país a la miseria y al embrutecimiento intelectual. Sigo creyendo posible un cambio del modelo productivo cimentado en inversión, desarrollo, educación, lo cual, es una obviedad, conlleva el invertir un porrón de dinero -lo caro finalmente suele salir barato-, además de sacrificios ingentes que terminarán dando su fruto. Si no se cambia la dinámica actual, en donde lo más socorrido es montar un bar, una tienda de ropa o de comestibles, el restaurante de marras, el hotelito de temporada o hacerse autónomo sin actividad conocida (ojo, yo también haría lo mismo ante una situación límite pues el intelecto no me da para más), ahondaremos en hacer a la nación más vieja, con más necesidades, materiales y espirituales; con menos población activa por la emigración y la disminución de la natalidad; y una economía de subsistencia por las rebajas salariales que hará de la clase media, antes predominante y musculosa, algo residual y en riesgo de extinción. El sino del tiempo presente es el de la glorificación del capitalismo sin alma, ese que no le importa dejar a millones de seres humanos tirados en la cuneta para mayor satisfacción de los mercados.

  Los bercianos deberíamos dejarnos de rencillas, de luchas políticas absurdas, de discusiones en cuanto a la funcionalidad o no del plan y unirnos todos para defender con uñas y dientes algo que es nuestro y que en su momento tuvo y tiene el respaldo de la UE. El no está ahí y cruzarnos de brazos sería la peor solución, al menos se debe intentar hasta el último momento.

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