<<Las películas tocan nuestros corazones, despiertan nuestra visión, y cambian nuestra forma de ver las cosas. Nos llevan a otros lugares. Nos abren las puertas y las mentes. Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que seguir con vida>>. Haciendo caso a esta reflexión de Martin Scorsese, yo añado que un par de horas de película en pantalla grande es una terapia de choque perfecta para aminorar los estragos de este tiempo distópico que nos ha caído en suerte. Y para ello, nada mejor que recuperar este evento ya clásico de las ocho cintas a visualizar en un fin de semana en un lugar tan mágico como el Teatro Villafranquino, donde en años pretéritos ya se emitían cintas de relumbrón, junto a otras menos persuasivas.
Como en anteriores ediciones, Cinefranca 2025 se abre con la Bienvenida a los asistentes a eso de las 21.45 horas del próximo viernes 21. Será en el propio Teatro, donde, a continuación, se pasará el film de 1961, Uno, dos tres. Es muy aventurado decir cuál es el mejor de los ocho; pero a mí, y con permiso de algunos otros de indudable mérito, me parece el mejor. Billy Wilder firma uno de sus trabajos más redondos, mientras James Cagney logra una de sus mejores interpretaciones en el papel de ejecutivo de una empresa multinacional de refrescos en Berlín Occidental. Si hay una cinta imperdible, sin duda debe de ser esta, desarrollada a partir de un guión magistral que permite el ritmo trepidante de los 108 minutos de metraje.
Para el sábado 22 -el día de más ajetreo al emitirse la mitad de las películas-, una vez abierto el ambigú/desayuno en El Casino, a las 9:30 horas se pasa Amarcord (1973), que ganaría un año más tarde la estatuilla a la mejor película extranjera. Esta comedia y drama a un tiempo, se sitúa entre lo más brillante de la filmografía del gran Fellini. Un pueblo italiano con sus habitantes y vivencias es el protagonista de esta historia en pleno apogeo del fascismo.
Para las 12:00 horas queda la espléndida Sopa de ganso (1933), la comedia más recordada de los hermanos Marx -con permiso de Una noche en la ópera- y una de las mejores obras de Leo McCarey. Si alguien no la ha visto, no se la puede perder.
Tras la sesión de cóctel, y la botillada voluntaria sobre las 14:45 en Mesón don Nacho, El Casino y Villa Femita, llegará a la pantalla Patrimonio Nacional (1981). En esta, Berlanga da continuidad a La escopeta nacional, para mí la mejor de la trilogía denominada Nacional. No obstante, PN no deja de ser una aventura más por parte del genio creativo del valenciano que, sobre la base de un elenco de actores de primer nivel, logra a partir de sketchs estrambóticos, radiografiar en clave humorística a una parte de la aristocrácia española en decadencia.
A las 19:30 horas llegará el turno de
Matar a un ruiseñor (1962). Este conmovedor drama judicial, adaptación de la novela homónima de Harper Lee, merece un aparte por el racismo, tema tan de actualidad ahora como lo estaba entonces, a pesar de los años transcurridos. A través de ella también se aborda la infancia de una manera especial. La interpretación de Gregory Peck, una de las más solventes de su filmografía, le valio el Oscar a la mejor interpretación masculina.
A eso de las 22:00 horas llegará el momento de la cena, a cargo de Quilicuá en Viña Femita. Luego, en torno a la medianoche, se proyectará
Das Boot (1981) identificada en España como
El submarino. Con un metraje de dos horas y media, y a pesar de que la acción transcurra dentro del sumergible, con una dinámica de supervivencia y claustrofobia, la película es agil y emotiva, jugando con los sentimientos del espectador más estoico. Este, uno de los mejores trabajos de Wolfgang Petersen, sino el primero, supuso el salvoconducto para su entrada en Hollywood.
El domingo 23 se clausura el Evento tras el pase de las dos últimas cintas. A las 11:00 horas se proyecta
Dublineses (1987), también conocida como
Los muertos. La espléndida novela de James Joyce sirvió al maestro John Huston para firmar una de las muchas obras maestras de su extensa carrera. Por casualidades de la vida, o no, esta se convirtió en su obra póstuma. Una delicia de apenas ochenta minutos que nadie debería de perderse. Delicia lo es también
El rey de los cowboys (1925), uno más de los films dirigido y protagonizado por Buster Keaton, que a partir de unos cuantos gags muy a propósito con el argumento, logra otra obra maestra en apenas setenta minutos de metraje. Acompañará con el piano en directo, como en años precedentes, Ricardo Casas.
Un año más, y ya van unos cuantos desde la primera edición, Cinefranca se consolida como uno de los principales espacios de encuentro para los muy cinéfilos, pero también para aquellos que no lo son tanto y solo pretenden disfrutar de un fin de semana diferente en un lugar genuino como es Villafranca. A todos les animo a darse una vuelta por allá. Lástima que aquí un menda no pueda desplazarse a la Villa para acompañar, si bien lo hará en la distancia, tal vez revisionando alguna de estas ocho películas, todas de buena factura.
Por último quiero dar las gracias a los organizadores y colaboradores del Evento por su desinteresado trabajo para situar de nuevo a Villafranca en el mapa de los acontecimientos culturales. A todos ellos y a quienes vuelvan a gozar con el Séptimo Arte, mucha suerte y a disfrutarlo.
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