domingo, 20 de marzo de 2016

BOSTON

  La publicación del álbum en 1976 (hará 40 años en agosto) en USA, supuso la sorpresa más agradable como inesperada de aquel año olímpico. El grupo homónimo fundado en 1969, o mejor cabría decir proyecto egocéntrico de Tom Scholz (verdadero cerebro de la criatura, además de ingeniero, guitarrista y teclista), intentó hacerse un hueco en el mundillo musical sin éxito alguno. En esos 6 años y pico de espera, Scholz, fanático del perfeccionismo y la experimentación, no hizo otra cosa que pulir a lo largo de miles de horas y demos o maquetas, algunas composiciones que iba ultimando en el equipo de 12 pistas que tenía en el sótano de su casa. La tozudez de Tom Scholz cristalizó al lograr firmar contrato con Epic Records tras decenas de calabazas por parte de otras compañías. Con el respaldo de la discográfica solo necesitaba reclutar al equipo que lo acompañaría en la grabación, reputados músicos de estudio sin mayor fama, o sea: Brad Delp (voz), Barry Goudreau (guitarra), Fran Sheehan (bajo) y Sib Hashian (batería). Tom pidió prestado para la tarea el equipo de Aerosmith y se fueron al afamado estudio de The Record Plant, en California, para ultimar el primer parto y más exitoso de cualquier otra estrella rock en cuanto a ópera prima se refiere hasta ese 1976. De hecho el álbum vendió más de 18 millones de copias en todo el mundo, y casi 40 años después es el 4º más vendido de los años 70. Sin duda el corte estrella  More than a feeling representa mejor que ningún otro al AOR adulto, un tema concebido para pinchar miles y miles de veces en las jukebox o sinfonolas, en los platos caseros y en las ondas FM. A pesar de ser su mejor ramillete de canciones, sorprendentemente se debió conformar con el nº 4 en USA. Aunque 2 años más tarde sí lograrían el nº 1 con su siguiente obra, aun vendiendo mucho menos y no tener el nivel del álbum debut. Naturalmente, entre las 9 piezas que integran Boston (todas están a un alto nivel) destacan Peace of mind, Hitch a ride, Smokin' o la más sosegada Let me take you home tonight; reafirmando todas ellas la compenetración o química casi perfecta del quinteto en torno a una idea brillante impuesta por Tom Scholz, algo que en directo nunca llegó a producirse, de ahí tal vez el menor éxito posterior de la Banda, pues fuera del amparo de los estudios no lograba calcar el sonido original en las actuaciones en vivo.

     En resumidas cuentas, Boston no es otra cosa que la amalgama de rocks potentes, guitarras afiladas, algo de melodía, unas prestaciones vocales sólidas, y la leyenda urbana o no de que todo el álbum estaba compuesto con un ordenador por Tom Scholz. Por encima de todo eso, la ópera prima del grupo es un conjunto de temas sólidos y molones, fáciles de asimilar al oído; no obstante, permanece y permanecerá en el recuerdo de muchos de nosotros que crecimos al ritmo impuesto por los americanos.

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