martes, 12 de enero de 2016

BOWIE

  Más allá de expresiones o calificativos como icono, mito, andrógino, camaleónico, ecléctico, rompedor, peculiar, con ojos dispares, drogadicto, descubridor, maestro del videoclip musical, estandarte del glam rock, acaparador de discos de platino o estrella rutilante durante más de 40 años, David Bowie encarnaba mejor que ningún otro artista contemporáneo al artista completo, capaz de salir airoso de cualquier estilo musical donde se hubiese sumergido: folk, R&B, pop, hard rock, psicodélico, soul, disco, punk, electronic music, y un largo etc. Sin olvidarnos de sus otras vertientes profesionales, como la de actor, productor musical, arreglista, compositor de bandas sonoras o montador teatral de sus propios espectáculos en vivo, sin ir más lejos el de su alter ego Ziggy Stardust.

  A Bowie lo descubrí tarde. Ciertamente había escuchado temas sueltos de su discografía aunque sin tomarlos en serio. Fue durante el servicio militar que reparé en la calidad de sus canciones. Un compañero de Bilbao -ya no recuerdo su nombre- cuando no teníamos guardias o retenes de por medio, no hacía otra cosa que poner la cinta cassette de Ziggy Stardust con su Starman incluido. Ya de Vuelta en Villafranca escuché con más detenimiento otros álbumes o discos del británico. Héroes, correspondiente a la trilogía de Berlín, en plena efervescencia de la música electrónica alemana, me pareció un álbum innovador, donde destacaba entre otras el single homónimo. Pero hay otros muchos discos y canciones donde queda patente la preocupación de David por explorar nuevos espacios, y para muestra quedan temas tan dispares como Blue Jean y su obsesión constante por la brillantez del videoclip, o colaboraciones importantes con bandas como Pat Metheny Group en This is not America -me encanta-, con Queen en Under pressure, o con el mismo Mick Jagger en Dancing in the street.

  La vida de este GENIO que ha vendido más de 136 millones de discos y según la revista Rolling Stones está en el puesto 39 de los artistas de rock y en el 23 de los mejores cantantes de todos los tiempos, está jalonada de luces y sombras, abundando más las primeras Entre las primeras o las segundas, según se mire, está el de su época estudiantil, saldada con una pelea por una chica y que le produjo la paralización en su pupila izquierda, de ahí la enigmática diferencia de color en sus ojos. Ha colaborado a afianzar las carreras de otros artistas, es el caso de su coproducción en el disco Transformer del neoyorquino Lou Reed,  oThe idiot de Iggy Pop. En algún momento de su carrera ha colaborado con gente tan dispar como Robert Fripp, John Lennon, Marc Bolan o Brian Eno. En 1970 se casa con Angela Barnett (la célebre Angie de Rolling Stones). Desde 1996 convivía con la modelo Imán, a camino entre NY y Londres.

  Reinventor de si mismo, aventurero de lo impensable, a mi modo de ver, además de otros méritos, el mayor de ellos y por el cual merece la consideración de quienes somos seguidores incondicionales de su música, estriba en esa necesidad casi enfermiza de explorar nuevas vías de comunicación, además del cuidado de sus letras. Como The Beatles, Neil Young, etc., David ha buscado en todo momento la vía de la experimentación, y como ellos, a veces, se ha equivocado creando discos menores. Quienes abrazan la innovación como herramienta indispensable, no están exentos de cometer errores; Bowie los ha tenido, pero me parece que los aciertos de esa experimentación superan con creces a los fracasos. Lo admito, siento debilidad por quienes no se conforman con un único camino para recorrer.

   David Bowie nos acaba de dejar recién cumplidos los 69 años. Su obra póstuma Blackstar, acaba de salir y tiene muy buena crítica por parte de la prensa especializada y probablemente venda como rosquillas; pero atrás quedan álbumes indispensables como Hunky dory, the rise and fall of Ziggy Stardust, Station to station, Low, Heroes, y otros más que esconden una voz tan reconocible como inimitable. ¡Grande Bowie!

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