jueves, 12 de noviembre de 2015

El viaje a ninguna parte

  El viaje a ninguna parte es por derecho propio una de las grandes películas en la historia del cine español, refrendada por tres Premios Goya a la mejor película, mejor director y mejor guión, en la primera edición de 1987.  Y no es ninguna sorpresa que la cinta tuviera dos nominaciones más, a pesar de la fría acogida que tuvo en el Festival de Cine de San Sebastián. Para mí el gran acierto estriba en la pasmosa facilidad de Fernán Gómez para darle al tono, un tanto amargo y de fatalidad de la historia, ese toque cómico tan sutil que evita la caída del largometraje en una caricatura de la época en que está ambientada.

  El largometraje de 134 minutos es una adaptación de la novela homónima de Fernán Gómez publicada en 1985, por su parte una de las mejores obras escritas en España en la segunda mitad del siglo pasado. Así que, teniendo en cuenta la materia prima de la que procedía, no era extraño que el maestro filmase una de sus tres mejores películas, si no la primera. Relata, resumiendo, la historia de una compañía de teatro itinerante por tierras de Castilla La Nueva (hoy Castilla-La Mancha), con las vicisitudes por las cuales circula cada uno de sus miembros en los múltiples viajes que emprenden yendo de pueblo en pueblo y de tugurio en tugurio. Vicisitudes la mayor de las veces penosas, teniendo en cuenta la incomprensión de una parte muy significada de la sociedad, la apremiante necesidad que los integrantes tienen de llevarse algo a la boca y la competencia salvaje del nuevo medio que es el cine. Por si fuera poco, está la convivencia a diario de un nutrido grupo de actores con sus filias y sus fobias, sus ambiciones y sus manías.

  Este Viaje a ninguna parte es un sentido homenaje al teatro ambulante de postguerra, representado por compañías humildes de cómicos que recorrían los rincones más insospechados de la Meseta, a fin de representar adaptaciones de obras populares en antros de mala muerte, cuando no en bares o tabernas atestados de gente analfabeta. Magnífica es la escena en la que Don Arturo (Fernán Gómez) declama como si estuviera actuando en las tablas mientras es filmado por un desesperado director de cine (José Mª Caffarell), que termina por perder la paciencia. Y es que Don Arturo no se resigna a las nuevas reglas que imperan en el cine, de manera que para él el séptimo arte no deja de ser una prolongación del teatro.

  La película, que fue estrenada el 15 de octubre de 1986 en el cine Gran Vía de Madrid, deja para el recuerdo las magníficas interpretaciones de José Sacristán, Juan Diego, Gabino Diego, Laura del Sol, Mª Luisa Ponte y la del propio director, guionista y actor, Fernando Fernán Gómez. Curiosamente, ninguno de los intérpretes se hizo acreedor a la estatuilla, si bien, es probable que se debiera al carácter marcadamente coral de esta. 

  La cinta se pasa hoy en la 2 a partir de las 21:55, una magnífica oportunidad para visionarla de nuevo. No tiene desperdicio.

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