sábado, 7 de enero de 2017

El reino de este mundo

  En 1949, cuando se publica El reino de este mundo, Alejo Carpentier tiene 45 años. Nacido en 1904 en Lausana, era hijo de padre francés y madre rusa, lo cual no ha sido impedimento alguno para considerarle escritor cubano por los cuatro costados.

  Los antecedentes de esta, una de sus mejores novelas sino la principal, se remontan a un viaje que Carpentier realizó en 1943 a la isla de Haití. Antes se había empapado del surrealismo europeo, además de admirar su arte barroco en todo su esplendor. Así que al pisar suelo haitiano, aquellos conocimientos adquiridos en el Viejo Continente, se transformaron/fusionaron con la realidad de un país tan cercano geográficamente a Cuba y a la vez tan desconocido. Carpentier se empapa de la cultura, la tradición y la historia del país, aflorando en su mente una nueva forma de entender, de asumir la realidad impensada; es así como inaugura un nuevo estilo narrativo denominado real maravilloso o realismo mítico, que sin ser exactamente lo mismo que el célebre realismo mágico, entronca de algún modo con algunos de sus cánones. Carpentier se deja atrapar por el sincretismo cultural y religioso -asiste a ceremonias vudús-, y al fin entrelaza la realidad y los sueños, la razón y lo imaginado, la vida y la muerte, y todo ello lo adereza con esa pasión por lo barroco.

  Maravilloso implica sentido de sorpresa frente a lo inusual e inesperado. Eso sucede a lo largo de sus más de 150 páginas. "El culo del mundo", es en el siglo XVIII una nación pobre de solemnidad, como lo es ahora. Predomina una población negra y prácticamente esclavizada que ahonda sus raíces en la tradición africana, de donde procede mayoritariamente; y una minoría de blancos que tiene el poder y las tierras. Es en esos años finales cuando la mayoría negra pone en marcha la revolución que al fin liquidará la primacía blanca. En ese espacio geográfico de miseria, analfabetismo y supersticiones, Alejo Carpentier pondrá a su protagonista, un esclavo negro capacitado para la doma de potros y que atiende por el nombre de Ti Noél, a recorrer un territorio de guerra y desamparo, pero también un espacio donde puede aflorar y de hecho lo hace, lo más sorprendente de la mano de personajes históricos como el emperador negro Henri Christophe, o el héroe y líder de la revolución Francois Mackandal.

  Fallecido en París en 1980, y galardonado tres años antes con el premio Cervantes, Carpentier nos deja para la posteridad una novela no demasiado extensa que se lee con todo interés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario