viernes, 5 de febrero de 2016

Rayuela

  Desde que salió publicada en Buenos Aires en 1963, la novela Rayuela pasó a convertirse en una especie de bofetón en la cara de cualquiera lector que entrara en contacto con ella; antinovela como predican los críticos, contranovela como advierte el autor, o simple y llanamente una deconstrucción literaria. Porque este libro no es apto para cualquiera acostumbrado a la lectura convencional, donde prima un argumento, o una línea narrativa más o menos comprensiva desde un punto de vista racional. Cortázar pretendía algo así como que Rayuela fuera volver del revés una trompeta, entender una estrella, la lucidez estúpida del puntín, ese instante previo a perder el discernimiento por las copas de más; o la disposición absoluta para dejarte llevar por momentos sublimes y otros que parecen sus quedadas o guasas con el fin de desconcertarte. Rayuela es además una sobredosis de intelectualismo donde caben infinitos discos de jazz, profundas reflexiones sobre la vida, citas de escritores, filósofos; una búsqueda enfermiza por parte de Horacio Oliveira (el protagonista) del otro Horacio Oliveira al margen del espacio tiempo, acaso apartado del libro, y envuelto en el ineludible existencialismo tan en boga en la década de los 60. Pero no solo eso, también se convierte en un homenaje a la ciudad de París y su infinidad de bares <<París es una metáfora>> se dice en el libro.

  Yo pienso que la obra cumbre del argentino nacido por circunstancias en Bélgica, guarda entre sus páginas, párrafos de una clarividencia y al tiempo insensatez, que deben de abrumar a cualquiera que se considera con la cabeza bien amueblada. Hay fogonazos, muchos, que por narices te obligan a replantearte el existir tal como lo concebimos. Hay narración, poesía, frases cargadas de profundidad, idiomas inventados, supuestamente alter egos del autor (Morelli), un club de intelectuales llamado El Club de la Serpiente, mate a paladas y cafés revestidos de erudición, además de una mujer que es única, pues ¿quién no termina enamorándose de alguien así, que en cierto modo es pedestre y a un tiempo el miembro más etéreo de todos los que conforman ese Club revestido de sabiduría?

   Tal vez lo que más llama la atención al principio de la lectura, es esa posibilidad de leer la obra de varias formas: del primer al último capítulo correlativos, tal como nos invita el autor y queda plasmado al principio, leyendo los capítulos importantes y prescindiendo de la parte titulada De otros lados, o bien hacerlo saltando de uno a otro capítulo al azar. Cuando la leí por vez primera, hace no sé cuantos años, lo hice atendiendo a la recomendación de Cortázar. Ahora que la he vuelto a leer, seguí el camino de la pura casualidad. Sin embargo, si alguien quiere leer Rayuela por vez primera, mi consejo es que antes se asesore a través de las redes sociales, con el fin de tener una idea más clara en lo que se refiere al pretendido argumento y demás "parafernalia" que acompaña a los protagonistas de esta obra tan inmortal como controvertida.

  Muchos de los estudiosos la incluyen en el Realismo Mágico, otros la consideran surrealista, y algunos más la aupan al grupo de las inclasificables. Lo que sí es una evidencia, es la de su tremenda contribución a la eclosión de lo que se ha venido en denominar el boom de la literatura hispanoamericana/latinoamericana. Bajo mi punto de vista es cierto que hay capítulos de escasa trascendencia y hasta incluso pueden parecernos pedantes, pero esos otros donde no te queda otra que reflexionar y mirarte hacia dentro, valen por todo lo demás. En todo caso, cuando algo se nos escapa por ser demasiado profundo, nos queda el consuelo de que a la Maga le ocurre lo mismo cuando entabla conversaciones trascendentes con El Club de la Serpiente, y hasta con el propio Horacio. A veces, para comprender la obra, se necesita más de una lectura, pero vale la pena. Los incondicionales de Rayuela la han leído en tres, cuatro y hasta cinco ocasiones.



 

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