sábado, 26 de septiembre de 2015

El Llano en llamas

   Esta recopilación de 15 cuentos (en la reedición de 1970 se añadirían 2 más) que se publicó en 1953, supone el reconocimiento internacional de su autor, el mexicano Juan Rulfo. En años anteriores habían ido apareciendo algunos en revistas y periódicos, pero sin el aprecio del público al no procurarse la perspectiva de unidad que da agruparlos en un libro. Hasta entonces Rulfo había picoteado en la fotografía y en el cine sin solución de continuidad, además de desempeñar funciones de comercial en la fábrica de neumáticos Goodrich Euzkadi, algo por otra parte fundamental en su oficio de escritor, ya que a través de múltiples viajes descubre el carácter más escondido y atroz de su tierra y de sus habitantes. Paradójicamente, Rulfo ha vivido siempre en grandes ciudades (México DF, Guadajara) y pese a ello, el grueso de su brevísima obra ahonda en la ruralidad cuando no en lugares que ni siquiera alcanzan la condición de aldea.

   Aunque Pedro Páramo, su novela más conocida, en cierta manera y siendo atrevido, inaugura el denominado Realismo mágico, buena parte de este puñado de cuentos que integra El LLano en llamas se puede integrar en el mismo. A la postre, relatos como Luvina, La Herencia de Matilde Arcangel  (particularmente por el episodio del caballo desbocado) y muy especialmente La cuesta de las comadres, no dejan de ser ensayos previos antes de abordar la tarea de escribir su obra más ambiciosa. En estos y el resto, Rulfo se decanta sin miramientos por el lenguaje popular, con los giros y dejes característicos del pueblo llano.

  Piezas como Nos ha dado la tierra (crítica desventurada por la ceguera de un gobierno incapaz), Talpa (aventura religioso-pagana con adulterio de por medio), Paso del Norte (historia de emigración con sus consecuencias), No oyes ladrar a los perros (clarividente diálogo entre padre e hijo), Acuérdate (monólogo extraordinario dentro de su sencillez) o el propio El Llano en llamas (un recordatorio de la fallida revolución), son de lectura hipnótica y nos atrapa, dándonos a conocer por otra parte el México más profundo y desconocido, donde desesperanza, pobreza, hostilidad, violencia o muerte van de la mano, siendo las injusticias, miserias, analfabetismo y soledad ya entonces moneda corriente.


En resumidas cuentas, este libro de múltiples historias me parece gratísimo, de obligada lectura para aquellos que quieran ahondar un poco más en la obra de este escritor universal que apenas con tres obras: El Llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955) y El gallo de oro (1980), ha atraído la admiración de millones de lectores y múltiples distinciones, como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1983. De verdad que es una gozada.



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