martes, 8 de septiembre de 2015

EL VERDUGO

  Si hay algo que llama poderosamente la atención en la película de 1963 es sin duda el ramillete de escenas memorables, como la que prácticamente cierra el largometraje, cuando un José Luis casi desfallecido, es ayudado por dos guardias para que ajusticie por primera vez a un reo, pareciendo él el que va camino del cadalso. O esa otra donde a la anochecida, la Guardia Civil a bordo de una barca reclama su presencia, mientras el verdugo sin haberse estrenado en el oficio, ve el espectáculo junto al público, en Palma de Mallorca. A pesar de la sencillez del argumento o tal vez por ello, Berlanga materializa mejor  que ningún otro director la realidad española de posguerra sin recurrir al tremendismo; muy por el contrario se ayuda de un leve toque de ironía para trazar con maestría el alma ambivalente de los españoles. A la feliz empresa de 87 minutos de metraje contribuye el trío de protagonistas, encabezado por el italiano Nino Manfredi, además del entrañable y enorme Pepe Isbert y una jovencita Emma Penella. No obstante, este trío de actores no hubiese destacado sin el guión original de Azcona, Berlanga y el italiano Ennio Flaiano, un guión ciertamente inenarrable.

 El argumento es de lo más trivial. José Luis (Nino Manfredi) es empleado de pompas fúnebres. Se ofrece con el vehículo para acompañar a Amadeo (Pepe Isbert) a su casa una vez que ha ajusticiado a garrote vil -es verdugo de profesión- a un reo. El joven conoce allí a Carmen (Emma Penella), la hija de Amadeo. Ella no tiene novio por ser hija de verdugo, y José Luis tampoco tiene novia por dedicarse al traslado de difuntos en su vehículo. Se enredan y terminan casándose ante la presión de Amadeo. Éste puede conseguir un piso nuevo por su condición de funcionario, pero se va a jubilar. Entonces le propone al yerno que le releve en el puesto. José Luis se niega en redondo, aunque finalmente acepta con la esperanza de que jamás se ha de enfrentar al duro trance de ajusticiar a un semejante; a la postre un piso nuevo no es cualquier cosa. Pero desde que asume su condición de verdugo sin haber tomado la alternativa, no hace otra cosa que vivir en un sinvivir.

  Coproducción hispano-italiana, pasa por ser una de las 3 ó 4 mejores películas españolas de todos los tiempos, cuando no la primera de sus comedias negras. En algunas encuestas que se han hecho aparece compitiendo con Viridiana por ser la primera, abarcando todos los géneros posibles. El largometraje tuvo varios reconocimientos, como el premio Fipresa de la Mostra de Venecia, el de mejor actriz para Penella por parte del Sindicato Nacional del Espectáculo o el de mejor Guión a través del Círculo de Escritores Cinematográficos.

  A pesar de algunos planos o secuencias que sutilmente evidencian el desapego hacia el poder de la Dictadura, por no decir claramente desafección, la cinta pasó el corte de la férrea Censura, exceptuando 5 minutos de metraje ¿cómo pudo ser? A ciencia cierta nadie lo sabe, si bien Berlanga era un consumado maestro para eludirla; seguramente quienes tenían el cometido de pasar por el cedazo todo aquello que fuera en contra de los principios generales del Movimiento Nacional se quedaran prendados del trabajo. En serio, obra imprescindible de nuestro cine digna de verse más de una vez.

  TV2 la emite hoy en el programa Historia de nuestro cine a partir de las 21:55.


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