jueves, 21 de diciembre de 2023

Medio siglo de Tubular Bells

Hay años que por diversas razones se convierten en fructíferos para la música, y con el paso del tiempo y a pesar de él, en imborrables. Es el caso de 1973, uno de los mejores para la música en general. Entre otros acontecimientos por que un 25 de mayo salía al mercado Tubular Bells, uno de los álbumes imprescindibles para cualquier melómano que se precie, incluido aquel seguidor exclusivo de la música clásica. Aunque unos cuantos meses antes de ponerse a la venta, debió superar varios obstáculos, además de tener la fortuna de su lado por estar (Mike) en el momento y lugar adecuados.  



Claro que en 1972, el entusiasta compositor era un anónimo ciudadano, un completo desconocido para el mundillo de la música. Nadie estaba al corriente de la existencia de un chaval de diecinueve años, no ya solo capaz de componer una obra descomunal, sino de tocar infinidad de instrumentos, además de "campanas tubulares" El veredicto del incipiente trabajo grabado en maqueta fue el rechazo por parte de unas cuantas casas discográficas. Aducían para ello la inexistencia de canciones y la duración desmedida. Hasta que el millonario Richard Branso se fijó en el trabajo y decidió producirlo. Durante medio año Mike Oldfield se encerró en un estudio a las afueras de Londres para plasmar en vinilo lo que su mente había concebido sin cumplir los veinte. De hecho, Tubular bells fue el primer lanzamiento de Virgin Records, la discográfica fundada por el millonario. 



 
En un principio el nuevo álbum no se vendió demasiado, ni tampoco concitó la curiosidad de los críticos musicales. Sin embargo, al estrenarse la película El exorcista -del mismo año-, que utilizaba como parte de su banda sonora la música de Tubular Bells, comenzó a alzar el vuelo hasta convertirse en uno de los más vendidos de la década de los años setenta, proclamando a aquel joven Mike como la sensación del momento, "el nuevo Mozart", dijeron algunos de los más encumbrados expertos de la música. Si bien razones había para ir tan lejos teniendo en cuenta el ímprobo trabajo de composición del joven prodigio. 



Tubular bells es un disco conceptual que se divide en dos partes (por obvias razones de capacidad del vinilo). Se podría decir sin temor a equívocos que estamos ante una sinfonía moderna, originalísima, de una complejidad técnica casi incomparable a otros álbumes coetáneos, siendo un trabajo inspirador para muchos artistas y grupos de música progresiva que aparecerían más tarde. Hoy, cincuenta años después, aún supone un reto extraordinario tocar en vivo T.B. debido a la profusión de instrumentos musicales que se necesitan a fin de ejecutar la obral tal cual suena en el disco, con el añadido de hacerlos sonar ensamblados. 



El primer trabajo de Mike Oldfield permaneció en las listas de éxitos británicos durante más de 250 semanas, además de haber vendido en torno a quince millones de copias. Tubular bells tuvo dos secuelas en los años 1992 y 1998, sin llegar a alcanzar el éxito de aquel. 



                                                                                        
                            

 

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