martes, 4 de mayo de 2021

La playa de los ahogados

Nos acaba de dejar el escritor vigués Domingo Villar tras un inesperado derrame cerebral. Con su desaparición España pierde a uno de sus referentes en novela negra.  En Mayo de 2021 publiqué esta entrada sobre una de sus novelas más celebradas. Sirva como homenaje a su quehacer literario.   


 Esta novela publicada en el sello Siruela en 2009, es para mí una de las Novelas Policiacas con mayúsculas. El vigués afincado en Madrid, Domingo Villar, ha tenido la paciencia infinita de un artesano, y la visión profunda de un arquitecto para concluir con éxito un tratado impecable sobre los entresijos del género.  


    A partir de un lenguaje sencillo, y de una morosidad intencionada, Villar nos da las claves de cómo se encofra un libro para que a mitad de trayecto no se termine viniendo abajo. Porque el gallego, mejor que nadie, sabe perfectamente que sin una buena arquitectura previa a la historia, la historia puede colapsar. Un libro sin cimientos sólidos está abocado al fracaso. 


    La playa de los ahogados es la segunda entrega protagonizada por el inspector Leo Caldas (gallego como el autor, con retranca, además de taciturno) y su ayudante Rafael Estévez (aragonés, grandullón e incapaz de entender el carácter de los gallegos). A partir de la aparición de un cadáver flotando en el mar, aparentemente un suicida, la pareja irá escudriñando cada mínimo detalle, al tiempo de profundizar en el conocimiento de algunas de las personas con las cuales se relacionaba. Con la pericia de un cirujano va penetrando en un pasado aciago conectado con el presente. Si bien, para fortuna del lector -como en las más celebradas intrigas de Agatha Christie-, el nombre del asesino no se conocerá hasta las postreras páginas de este libro, de obligada lectura para los amantes del género.    

    
    Domingo Villar ambienta con perfección y sin recurrir a la desmesura, la Galicia costera, las costumbres de los pescadores, también las de "los marineros de tierra", y nos dibuja la ciudad de Vigo con nostalgia y concisión, además de dotar de credibilidad a cada uno de los personajes que aparecen por sus más de cuatrocientas páginas. Si con Ojos de agua (2006), Villar se da a conocer al gran público, con esta segunda entrega de Leo Caldas y Rafael Estévez, logra la consagración, además de premios varios, como el Antón Losada Diéguez, el Brigada 21, Libro del Año, otorgado por la Federación de Libreros de Galicia; Novelpol o el Frei Martín Sarmiento, de honda significación para nosotros, los villafranquinos.


    Esta novela -originalmente escrita en gallego, como su predecesora-, que ha sido traducida a multitud de idiomas y que en 2015 sería adaptada al cine por Gerardo Herrero, es en mi modesta opinión, un ejercicio de equilibrios perfectos, como los ejecutados por un acróbata con el horizonte del abismo al fondo; es, en resumidas cuentas, una novela espléndida que nadie debería dejar de leer, especialmente los lectores adictos al género policíaco. Muy recomendable, de veras.

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