martes, 12 de marzo de 2019

El misterio de los 27 años

  Que hay profesiones de alto riesgo es algo que no debe escapar a nadie. Mineros, pescadores en alta mar, albañiles, policías, toreros, mecánicos de coches, estibadores, fundidores en altos hornos, bomberos, y otros trabajadores, han pagado un alto coste de siniestralidad y/o muerte a lo largo de la historia a cambio de llevarse un sueldo a casa. Sin embargo, casi ninguno nos hemos percatado de lo duro que puede llegar a ser el oficio de vivir de la música, y no precisamente porque se te pueda caer el piano encima de un pie, que las cuerdas de la guitarra se conviertan en cuchillas en los dedos del intérprete o una fan enloquecida se abalance sobre la estrella del concierto. Ser una estrella del rock ha sido a lo largo de los tiempos sinónimo de alto riesgo, y si no que se lo pregunten a John Lennon, asesinado a tiros a los 40 por un perturbado mental.


  Todo cuanto ha rodeado al rock'n roll y sus variantes desde su nacimiento a mediados del siglo pasado, a pesar de ese brillo incesante, de una burbujeante y explosiva forma de entender la vida, que no es otra cosa que la obligada necesidad de manifestar otra forma de estar en ella, ha venido cargado de polémicas y excesos que, muy probablemente, han ayudado, no ya solo a consolidar al movimiento musical como la mayor expresión artística del siglo XX, sino a mitificarlo hasta extremos inconcebibles. Con toda seguridad, una de las varias claves de la entronización del movimiento rock ha sido la enorme cantidad de talentos que fallecieron cuando todavía no les tocaba. Y ahí está Buddy Holly, uno de los pioneros del rock'n roll que falleció a los 22 en un accidente de avión, accidente en el que también perdió la vida Ritchie Valens cuando ni siquiera había cumplido los 18.


 La nómina de artisttas que nos han dejado a lo largo de los últimos 60 años es extensa: Marc Bolan, líder de T. Rex se fue a punto de cumplir los 30 por accidente de coche. Cliff Burton, entonces guitarrista de Metallica, murió a los 24 en otro accidente, si bien de autobús. Ronnie Van Zant, vocalista y principal compositor de Lynnyrd Skynnyrd, se mató en accidente aéreo a los 29. A Marvin Gaye lo tiroteó su padre la víspera de cumplir 45. A Sam Cook, el rey del soul, lo acribilló a balazos la propietaria de un motel sin cumplir los 34. Elvis Presley, el rey del rock'n roll, falleció súbitamente a los 42, probablemente por consumo de medicamentos sin control. Bob Marley, máximo exponente del Reggae, nos dejó a los 36 por culpa de un melanoma en un dedo del pie que con el tiempo derivó en metástasis. Freddie Mercury, tan de moda en la actualidad, murió a los 45 víctima del sida. Joey Ramone (Ramones), falleció a los 51 de un linfoma. Jerry García, líder de Grateful Dead se fue a los 53 de un ataque al corazón. El epiléptico Ian Curtis, cantante de Joy División se ahorcó a los 23. El ecléctico e inclasificable Frank Zappa se rindió a los 52 tras padecer un cáncer de próstata. Sid Vicious, uno de los apóstoles del punk y miembro de los Sex Pistols, pereció víctima de la heroína a los 21. Bon Scott, el  antiguo vocalista de AC/DC, se fue a los 33  a consecuencia de una intoxicación etílica, ahogándose en su propio vómito. Joe Strummer (The Clash, The Mescaleros) murió por ataque cardiaco a los 50. George Michael, falleció a los 53 al padecer cardiopatía y enfermedad hepática. Uno de los más prometedores guitarristas, Tommy Bolin (Deep Purple) nos dejó a los 25 tras consumo de heroína, cocaína y alcohol. John Bonham (Led Zeppelin) y Keith Moon (The Who) probablemente los dos mejores bateristas rockeros de todos los tiempos, murieron a los 32, por consumo de alcohol y el acompañamiento de droga en el segundo caso. Michael Jackson falleció a los 50 por intoxicación aguda de propefol. La prodigiosa voz de Whitney Houston se apagaba a los 48 sin concretar la causa exacta del óbito, más allá de aparecer con la boca hacia abajo en la bañera. También  aparecería ahogada en la bañera a sus 46, Dolores O'Riordan, la voz personalísima e inimitable de The Cramberries, a consecuencia de ingesta excesiva de alcohol. Y John Lennon, como ya dije, fue víctima de un supuesto fan, acabando con su vida a tiro limpio en Nueva York.



  En la relación aún cabrían muchos más artistas no tan conocidos. No obstante, en lo referente a esta especie de desgracia colectiva, llama poderosamente la atención la concordancia de edad  de algunos ilustres que dejaron este mundo a los 27 años. El primer genio de todos ellos fue Robert Johnson, formidable guitarrista de blues que se fue incluso antes de inventarse el rock'n roll, allá por 1938 sin haberse concretado las circunstancias del deceso. En 1969 y recién expulsado de los Rolling Stones, moría Brian Jones tras ataque agudo de asma. En 1970, en un solo mes, se iban tres más: Alan Wilson, cantante, guitarrista y fundador de Canned Heat por consumo excesivo de barbitúricos;  Jimi Hendrix, considerado el mejor guitarrista de la historia, a consecuencia de ingesta de barbitúricos que le provocó ahogamiento por vómitos; y Jonis Joplin, por culpa de una sobredosis de heroína y alcohol. En 1971 fallecía en París Jim Morrison, líder indiscutible de The Doors por posible sobredosis de heroína. Dos años más tarde, Ron Pigpen McKerman, miembro fundador de Grateful Dead sucumbía a una hemorragia gastrointestinal. En 1975 nos dejaba Dave Alexander, bajista de Stooges por edema pulmonar y Gary Thain, bajista de Uriah Heep víctima de sobredosis, justo unos meses después de ser expulsado de la Banda. En 1994 se iba para siempre Kurt Cobain (Nirvana), tras varios intentos de suicidio. Y ya en los últimos años moría Amy Winehouse por ingesta de alcohol, heroína y cocaína.




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