sábado, 3 de febrero de 2018

Llamadas telefónicas

  Cuando Roberto Bolaño (Chile 1953-Barcelona 2003) publica su primer libro de cuentos,  Llamadas telefónicas (1997), su nombre había comenzado a sonar con frecuencia en los mentideros literarios catalanes (también españoles, no se me vaya a ofender la peña) y foráneos, pues había publicado libros con asiduidad, alguno de ellos premiado y con muy buenas críticas, como el de poesía Los perros románticos o la novela La pista de hielo, y particularmente la novela Estrella distante; pero sería a partir de este Llamadas y especialmente la novela de un año más tarde, Los detectives salvajes, el momento álgido, el tiempo del reconocimiento general, su consagración como narrador de primerísimo nivel. Si bien la elevación al Olimpo de los más grandes en el último cuarto de siglo, se produciría tras su fallecimiento prematuro, seguramente con la aparición de su novela póstuma 2666, del año 2004.


  Llamadas telefónicas integra 14 relatos repartidos en 3 partes, tituladas como el último de cada una de ellas. A lo largo y ancho de sus poco más de 200 páginas, Bolaño quiere a toda costa escribir de una desesperanza relativa, de la levedad y finitud del ser humano. Casi todos sus cuentos -narraciones con poco espacio para los diálogos- mantienen el final abierto, consecuencia lógica de un desarrollo encaminado a sugerir, a contar particularidades accesorias de sus protagonistas, algo que se intensifica con la escasa estima que muestra por las descripciones de espacios; así que, el chileno, afincado en Blanes durante años, termina por callarse muchas más cosas de las que escribe sobre sus personajes, casi siempre gente marginal, o al menos nada encopetada. Especialmente acertado es el primero de todos, Sensini, un escritor de medio pelo que muestra a otro más joven y con porvenir el entresijo de los premios literarios en provincias. O el propio Llamadas telefónicas, que concluye con el asesinato de una mujer que no deja de escuchar a través del aparato llamadas anónimas, un auténtico análisis para que el lector reflexione. No menos sugerentes y estremecedores son El gusano o Detectives, sin olvidar Joanna Silvestri y el más extenso del libro, Vida de Anne Moore.


  Al chileno que vivió buena parte de su juventud en México (de ahí la costumbre de introducir aquellas tierras lejanas en su narrativa, aunque también su Chile natal, pero mucho menos), se le ha querido comparar muchas veces con los maestros Borges y Cortázar. Aun admitiendo su influencia, algo que Bolaño reconocía abiertamente, cada uno de ellos nos muestra la personalísima obra que los ha hecho universales. Bajo mi punto de vista, Bolaño es un consumado escamoteador, que quiere a toda costa la complicidad de sus lectores, para que sean ellos quienes extraigan las consecuencias finales de cada historia, pues él es un redomado perezoso que no quiere devanarse la sesera para no dar todo hecho.


  En resumidas cuentas, Llamadas telefónicas me parece un estupendo libro para introducirse en la obra de Roberto Bolaño, de veras que merece la pena.

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