sábado, 5 de julio de 2014

La meta: un Consejo de Administración

  Parece ser que en Canarias andan soliviantados con su paisano el sr. Soria, a la sazón ministro para Industria, Energía y Turismo -vaya paradoja esta de las tres ramas juntas-; bueno, al menos una parte estimable de la población, pues los votantes del PP, o para ser más preciso, los dirigentes populares, sí parecen estar a partir un piñón con el presidente del Partido desde 1999 en aquellos lares, quien se muestra alborozado con el dictamen aprobatorio de la Justicia para abordar las famosas prospecciones en aguas atlánticas de la costa insular. Por su parte, una abrumadora mayoría de canarios muestran su enfado y estupor ante el inminente desembarco de Repsol, la emblemática sociedad encargada de buscar en medio del océano Atlántico un filón de oro negro. Con el sentido común por bandera, quienes repudian el proyecto, estiman que sólo los sondeos ocasionarían un serio daño a su principal fuente de ingresos, el turismo; no digamos si las perforaciones dieran con el hallazgo de petróleo a escasos kilómetros de la costa, entonces podrían desbaratar completamente el negocio de acoger a millones de visitantes a lo largo del año.

  El sr. Soria afirmaba el invierno pasado que el asunto de las prospecciones venía de atrás, vamos, que la autorización la había dado el gobierno del sr. Zapatero, y que ellos, los miembros del actual gobierno, se limitaban a cumplir escrupulosamente con la legalidad. A lo que se ve, con la llegada canicular, al Ministro le ha dado el arrebato de la sinceridad y ya no esconde sus deseos ardientes de dar con el preciado tesoro. Habría que precisar llegado el éxito final que, salvo error -se admiten correcciones-, los ciudadanos de a pie seguiremos pagando un precio parejo al actual para hacernos con el combustible, por la sencilla razón de que Repsol es empresa privada y trataría de sacar el máximo rendimiento a su inversión millonaria, además de que el Estado no iba a renunciar a impuestos tan suculentos.

  En Baleares el panorama no es exactamente el mismo que en las Canarias, pues aquí, el sentir unánime es de rechazo frontal a las hipotéticas prospecciones pendientes de autorización, incluyendo a los mandatarios populares que ya han advertido al sr. Rajoy de tamaño disparate, si bien con la boca pequeña por aquello de no incomodar en demasía -tal vez quien preside el Govern abriga una pequeña esperanza de ser ministro, ¿y por qué no en sustitución del de Industria, Energía y Turismo?

  Quien ha hecho un daño colosal a las cuencas mineras del Bierzo y de rebote tal vez esté poniendo punto y final a la Ciuden, proyecto  emblemático de I+D+i, se decanta sin miramientos por la otra alternativa fundamental de origen fósil cual es el petróleo. El isleño es incapaz de ver más allá del tremendo daño que se le podría ocasionar al turismo y al medio ambiente, y sigue empecinado en el cortoplacismo patrio -vaya con la palabreja-, sin explorar otras alternativas más limpias y de futuro como las energías renovables, aunque las investigaciones y material sean caros en principio -en su momento también lo fueron los primeros ordenadores, móviles e incluso las televisiones, y ahora se venden a precios razonables-. El petróleo es finito y su precio baila al son que bailan los jeques árabes, las guerras, los magos de las finanzas y los lobbies o grupos de presión, desvirtuando a su antojo los precios del carburante. Pero, además, hay vigente una directiva que de aquí a pocos años habrá de cumplirse a rajatabla en lo referente a la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera, y aquí sin enterarnos, a pesar, en opinión de expertos en materia, que vaticinan un filón de miles de puestos de trabajo si se apuesta por las energías limpias.

  Claro que hay una hipótesis con visos de convertirse en real bajo mi punto de vista: al sr. Soria, una vez fuera del Gobierno, será difícil que lo veamos formando plantilla de una de las empresas eléctricas de referencia por obvias razones de confrontación y trifulcas mil. Pero, ¿por qué no podemos imaginárnoslo sentado en algún consejo de administración de una petrolera, acaso Repsol? El canario -se admiten apuestas- tiene todos los números de la tómbola para ser uno más de los que se aprovechen de la puerta giratoria en cuanto pasen los meses pertinentes, aunque tal vez esté equivocado. En fin, el tiempo lo dirá.

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