miércoles, 1 de diciembre de 2021

GEMA

Ahora no recuerdo qué escritor dijo alguna vez que en el mundo de las publicaciones existían libros para saborear después de un banquete frugal, para leer tras acudir a un entierro, para ojear sobre el mullido de una butaca de casa, o para liquidar de una sentada en la terminal de un aeropuerto. Nunca me lo llegué a creer del todo. Intuia que tras la hipérbole el autor trataba de concitar la atención de los lectores -creo recordar que lo había escrito en el suplemento cultural de algún periódico-, por si el resto del argumentario no era considerado de relieve y abandonábamos antes de tiempo aquella lectura dominical.


         Milena Busquets (Barcelona,1972) es la afortunada autora de Gema, novela publicada en febrero de este año con el sello Anagrama. Y sí, con su lectura entre aeropuerto y aeropuerto, he de reconocer que tal vez aquel escritor no exageraba para nada al plantear un axioma tan arriesgado como resultón. 


  Gema es el nombre de una compañera de estudios de la protagonista, una escritora de cuarenta y tantos -alter ego de la propia Busquets-. Gema falleció cuando no le tocaba, a los quince años, de leucemia. Últimamente es recurrente su recuerdo y trata de que sus piezas inconexas encajen en el rompecabezas. Pero, en realidad, Gema, o casi mejor decir el fantasma de aquella niña desdichada, es la excusa perfecta para hilvanar, con una aparente facilidad, el entramado mucho más complejo de las relaciones humanas. A partir de un lenguaje sencillo, sin ampulosidades ni palabras accesorias, Milena Busquets va tejiendo con mano diestra los diferentes episodios de la protagonista hasta concebir la historia de una mujer con muchos pliegues e incertidumbres.

  Pues eso: una novela ideal para saborear la espera en la terminal del aeropuerto, o incluso volando a 35.000 pies de altura.



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