viernes, 5 de septiembre de 2014

Pucherazo

  De unas semanas para acá se viene insistiendo en la imperiosa necesidad de modificar la actual Ley Electoral a fin de que sean los ciudadanos quienes elijan directamente al alcalde en los próximos comicios de mayo. Parece razonable, pero veamos.

  Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga, Alicante, Córdoba, etc., en estas y otras muchas ciudades está el quid de la cuestión para activarse la reforma, pues a tenor de los sondeos que son públicos y notorios, además de los manejados con confidencialidad por el propio PP, éste podría perder la mayoría absoluta que le ha permitido manejar, hasta ahora sin el mínimo contratiempo ni el incordio opositor de turno, los asuntos locales.

  Partiendo de esa premisa que otorgaría la mayoría absoluta a quien obtuviera el 40% del escrutinio, ¿se ha de entender que el resto de grupos electos estarían durante toda la legislatura en minoría e impedidos para plantear el control riguroso de quien manda, y mucho menos presentar una moción de censura, coadyuvando a una placentera gobernación y sin ninguna posibilidad de cumplir con su misión perfectamente clarificada en la Constitución de 1978? Aunque tal vez el PP se decida por las elecciones a dos vueltas, en ese caso sólo habría cabida para los dos partidos más votados en la primera, quedando fuera del consistorio el resto de fuerzas que en justicia representaría a muchos ciudadanos. ¿Sómos capaces de imaginarnos un duelo en Navalmoral de la Mata -por decir el nombre de una localidad- entre los Populares y Podemos? ¿A que no? Pues tal vez estén barajando esta última opción para así evitar en un combate final a la formación del sr. Iglesias, por el momento la tercera en discordia tras PP y PSOE, si bien cada vez más cerca de esta última si hay que hacer caso de la tendencia del voto. Pero estas no dejan de ser conjeturas que con el transcurrir de los meses se volverán certezas o desatinos.

  En febrero de 2013, el sr. Rajoy, tan solemne cuando viste su papel favorito de "hombre predecible", decía que jamás se le ocurriría por su cuenta y riesgo, a pesar de la mayoría absoluta, acometer dicha reforma sin un amplio consenso, afirmación baladí por otra parte que ya no debería de sorprendernos teniendo en cuenta el valor real de la palabra de nuestro Presidente. Pero hace año y medio ni siquiera existía un proyecto de partido nuevo como es Podemos, no habían sufrido la sangría de votos de las europeas pasadas y tampoco se destapaban los cada vez más frecuentes casos de corruptelas políticas, si bien aquí nadie está libre para lanzar la primera piedra.

  En la actualidad el PP gobierna en más de treinta capitales de provincia, en muchos casos con mayoría absoluta. No se puede obviar que detrás hay el vigor inmenso de en torno a 800.000 afiliados -más que el resto de los demás partidos juntos-, y que un revolcón en las próximas municipales podría traer un quebranto enorme para las clases dirigentes que presiden entidades locales, forzaría a muchos políticos al paro y los dineros a ingresar por sus cargos electos sería menor, un serio inconveniente, además del trance que entraña pasar 4 años en la oposición y sin ninguna maniobrabilidad, eso si al final triunfa el plan del pontevedrés.

  Lo que desconcierta más si cabe es que la propuesta se haga a 9 meses de las elecciones municipales y autonómicas, y con el rechazo frontal del resto de partidos. ¿No lo pudieron plantear a los pocos meses de ganar las elecciones por mayoría absoluta? Entonces no podían imaginar la merma de votos y pensaban que a ellos jamás se les iba a pasar la factura de la Crisis. Pese a ese afán inusitado por regenerar la vida política, curiosamente esta posibilidad de la elección directa del regidor por parte de los votantes, no parece ser una de sus demandas más reclamadas y si, por ejemplo, las listas abiertas. Sobre el particular, organismos como la UE, el Consejo de Europa o la OSCE, recomiendan no abordar cambios en la Ley Electoral cuando falte menos de un año para la celebración de unos comicios. Según refleja el Manual de Observación Electoral de la propia UE, cualquier enmienda del régimen electoral deberá acordarse de manera <<consensuada e incluyente>>. Y añade: <<La certidumbre y la transparencia en un proceso electoral se refuerza cuando el marco legal está establecido mucho antes de la fecha para la que ha sido anunciada la elección>>. Siendo así, parece que podemos asistir a un pucherazo en toda regla, y si no lo es, lo parece.

  No obstante, a mí, como observador de la actualidad política, me asombra que si el PP no obtiene la mayoría absoluta, termine con muchas papeletas para irse a la oposición, ¿por qué será? ¿Es posible que los populares no sean capaces de llegar a acuerdos programáticos con el resto de las fuerzas políticas o con alguna de ellas? Entonces, o bien la competencia está compuesta por individuos insensatos que pretenden a toda costa echarlos para ponerse ellos, o por el contrario las clases dirigentes de quien nos gobierna en casi todas las ciudades patrias son incapaces de llegar a consensos a partir de ceder un poquito en sus máximas. El legado del sr. Aznar en su segunda legislatura aún debe de pesar lo suyo, digo yo.

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