Páginas
▼
sábado, 22 de diciembre de 2018
sábado, 15 de diciembre de 2018
OK Computer, la obra que rompió etiquetas
Tal vez Karma Police sea el tema más conocido de este álbum imperecedero de 1997 y que marcó un antes y un después, no ya solo en la evolución del grupo británico, también en la forma de abordar la música por parte de nuevas bandas que querían profundizar en diferentes vías rockeras fuera de clichés y fórmulas agotadas. La aparición de Ok Computer, en pleno apogeo del britpop, supuso una bocanada de aire fresco. Sustentada en la belleza sobrecogedora de las melodías que mitigaban en buena medida el pesimismo y tristeza de la mayoría de sus letras, este tercer trabajo del quinteto concitó la adhesión incondicional de buena parte del público y de la crítica especializada, que hasta poco antes lo habían etiquetado como un grupo grunge, aventurándose a calificarlo como heredero de Nirvana o Pixies.
De principio a fin el álbum está repleto de joyas impagables, como el segundo corte Paranoid Android, inspirada en la jet set embobada por las drogas. O la delicada No surprises, que tiene como telón de fondo el suicido, única salida a una vida controlada por otros. O la no menos estremecedora Climbing up the walls. Junto a temas melancólicos y depresivos conviven otros de menor dramatismo, como Airbag, el corte que abre el trabajo y que habla de la contradicción que supone estar a punto de perder la vida en un accidente, "gracias" a la tecnología que brinda un vehículo, y al propio tiempo salvarla por un artefacto como es un airbag, invención de los nuevos tiempos. También piezas eclécticas como The tourist y Lucky, que destilan un toque cercano al Pink Floyd de los primeros tiempos.
Ok Computer aborda sin tapujos la alienación de la actual sociedad, el fenómeno de la globalización, el existencialismo o la angustia vital, y por supuesto la tecnología -de ahí el título- que nos puede ayudar, pero también puede convertirse en un instrumento de infelicidad que podría acabar de manera definitiva con la forma de vida más agradable que todos tenemos afianzada en nuestros cerebros. El tercer trabajo del quinteto de Abingdon es un ensayo sobre el desencanto de la sociedad actual, donde los políticos son más un problema que una solución, o donde el consumismo amenaza con destruir la conciencia del género humano. Ok Computer es 21 años después una obra tan fresca y actual como lo fue en su momento, manteniéndose como uno de los discos más trascendentales, sino el más influyente del rock alternativo. Posiblemente a ello contribuyó que la mayor parte de las composiciones fueran grabadas por el grupo al completo, eligiendo la mayoría de las primeras tomas.

Este trabajo de orfebrería que comenzó a grabarse en 1996 con la inestimable producción de Nigel Godrich, es hoy considerado por algunos críticos el mejor de la década de los 90. En el año 1998 fue galardonado con el Grammy al mejor álbum de música alternativa. Algunos medios como The Guardian lo acreditan como el disco más influyente de finales de siglo, y atendiendo a una votación hecha por críticos especializados y que se publicó en 20 minutos, al álbum lo sitúan en el puesto 22. Al margen de todos los elogios y merecimientos, que son muchos, para alguien que quiera escuchar por primera vez al grupo, yo aconsejaría hacerlo en un día de lluvia, o con cierta melancolía invadiendo el alma; y si puede ser 2 ó 3 veces, mejor, así entenderá la verdadera dimensión de esta obra cumbre que ha influido posteriormente en grupos como Coldplay, por ejemplo.
martes, 4 de diciembre de 2018
¿El mejor de 2018?
¿Sinceramente, ha sido Luka Modric el mejor jugador de 2018? Lanzo la pregunta porque creo que quienes tuvieron la oportunidad de elegirlo no siguieron unas pautas uniformes, sino que cada cual se marcó su propia normativa, decantándose la mayoría de electores por los títulos u objetivos deportivos de cada cual, sin olvidar, claro está, el juego individual de los nominados. Si esto es como planteo, en buena lógica se puede considerar atinado su triunfo, no en vano conquistó con el Real Madrid la Champions League y fue finalista del pasado mundial con Croacia, además de exhibir un juego brillante a lo largo de buena parte de la temporada, nada sorprendente teniendo en cuenta su calidad futbolística, fuera de toda discusión.
La pregunta es muy sencilla y la vuelvo a repetir ¿Sinceramente ha sido Luka Modric el mejor jugador de 2018? ¿Tal vez ha sido el jugador más decisivo para el Real Madrid y la selección de Croacia? Y digo yo: ¿más que Messi para el Barcelona? Las comparaciones son odiosas, pero a veces no queda otra que echar mano de ellas para ilustrar la argumentación. El argentino fue el máximo asistente de la liga con 12 pases de gol, mientras Modric dio la mitad, y eso a pesar del extraordinario juego del croata en el medio del campo. En cuanto a la capacidad anotadora no hay color, pues el argentino marcó un total de 45 goles en 54 partidos repartidos en todas las competiciones, además de proclamarse ganador del Trofeo Pichichi. Siendo tan tozudos los datos, ¿por qué Modric ha sido el vencedor y Messi ni siquiera ha quedado entre los tres primeros? En mi opinión (y a pesar del triunfo del Barca en la Liga y la Copa), al astro argentino simplemente le ha penalizado que su equipo no llegara más lejos en la Champions League, y por encima de todo el discreto papel de Argentina en el Mundial.
¿De qué hablamos entonces, de merecimientos individuales o de títulos conquistados? Tiene su lógica que Cristiano Ronaldo haya quedado segundo, lo que no tiene mucha justificación ateniéndonos únicamente al argumento de los títulos, es que Griezmann haya sido elegido como el tercer mejor jugador del año por haber ganado el Mundial y la Europa League. ¿De verdad que en 2018 ha sido más maravilloso el juego de Modric o Griezmann que el de Messi. Me parece que es algo que va contra el sentido común, salvo que la revista France Football esté harta de que siempre ganen los mismos -los mejores con diferencia de la última década-, o sea: Messi y Cristiano Ronaldo.
Para evitar estas discusiones me parece a mí que la revista francesa debería de aclarar de una vez por todas cómo se miden los merecimientos de cada cual y unificarlos. Pero si no les resulta sencillo, yo planteo la creación de dos balones de oro: uno al mejor jugador del año y otro al jugador más determinante en su equipo y/o selección al conquistar los títulos, que parece ser el argumento de más peso a la hora de votar al mejor. No obstante, mi más sincera felicitación para Modric, un jugador exquisito.
domingo, 25 de noviembre de 2018
Viridiana (17)
Viridiana está sin discusión entre las tres o cuatro mejores películas de la historia de nuestro cine patrio, aunque muchos de los críticos cinematográficos la sitúan sin titubeos en el primer puesto. ¿Qué la hace tan grande? Sin duda la intemporalidad, a pesar de contar 57 años, pero también la forma de contarla más que la historia en sí, gracias a un guión meticuloso escrito por Luis Buñuel al alimón con Julio Alejandro y que no dejaba nada a la improvisación. Y por último escenas inolvidables, como la de los mendigos en una especie de última cena pagana.
Viridiana (Silvia Pinal) es una novicia a la que obligan a salir del convento para que visite a su tío y protector don Jaime (Fernando Rey). La llegada de la sobrina al gran caserón le trae a don Jaime el recuerdo de su mujer fallecida. Obsesionado por la belleza de la sobrina le pide que se case con él. Al rechazar la propuesta, el tío en complicidad con la criada, la narcotiza para abusar de ella, aunque en el último momento se arrepiente. No obstante, le hace creer que ha abusado de ella para que se case. Ofendida decide regresar al convento, algo que no hará finalmente al sentirse responsable del suicidio de su tío. A cambio de permanecer en la casa opta por una vida ejemplar, amparando a los mendigos y haciendo limosnas y otras obras caritativas. Pero todo le da un vuelco con la aparición en la casa de Jorge (Paco Rabal), hijo natural del fallecido para hacerse cargo de la herencia. El duelo entre lo humano y lo divino, entre lo material y lo intangible, termina decantándose en favor de lo mundano, algo que se materializa en otra de las escenas redondas, esa donde Viridiana, Jorge y Ramona (Margarita Lozano), la sirvienta, comparten naipes en el juego del tute, y en la que se aprecia cómo la primera permite a su primo que la instruya ante la mirada cómplice de la sirvienta.

Don Luis Buñuel vivía exiliado desde la Guerra Civil, residiendo los últimos años en México. Reputado director fuera de nuestras fronteras, las autoridades españolas no pusieron objeción alguna a que el hijo pródigo regresara a España y filmara una nueva película, a pesar de que había jurado que jamás volvería mientras se mantuviera la dictadura. Ante ciertas reticencias del de Calanda para abordar el proyecto, Gustavo Alatriste -marido en aquel momento de Silvia Pinal- y Pere Portabella, ambos responsables de la producción, le persuadieron junto a otras figuras como Bardem o Saura de la conveniencia de asumir la dirección de la película. El 4 de febrero de 1961 comenzaba en estudio el rodaje de la que en cierta manera se ha considerado la continuación de Nazarín, otra adaptación de la obra de Galdós.
A partir de la conclusión del rodaje todo se precipita, convirtiéndose en un largometraje maldito y con una historia sorprendente, como de película. En el último día de emisiones, recién montada, Viridiana se exhibe en Cannes, convirtiéndose en la ganadora de la Palma de Oro ex aequo junto a Una larga ausencia. Al día siguiente, L'Osservatore Romano la califica de blasfema, precipitando la destitución de Muñoz Fontán como director de la Cinematografía Española, quien había recogido el galardón al excusarse Buñuel pretextando indisposición. Inmediatamente, Franco pide visionar la película en la gran pantalla del Palacio del Pardo. Después de repetir el visionado da la orden de que se destruyan todas las copias disponibles así como la desaparición administrativa del film. Leyenda urbana o no, se dice que el Dictador se reía de las ocurrencias del director aragonés, guardándose una copia para su disfrute.
De las copias, según dice Silvia Pinal, una se la llevaron Berlanga, Bardem y Dominguín, enterrándola en una finca del diestro. La otra, la de recorrido más rocambolesco, si hay que atender a las explicaciones del propio hijo del director, Juan Luis, salió en una furgoneta desde Barcelona con rumbo a la frontera en compañía del torero Pedret, tres diestros más, un picador y el propio Juan Luis. El negativo iba escondido bajo los capotes y las espadas. Al llegar a la aduana, los guardias civiles le dijeron: ¡suerte, torero!, y Pedret: ¡ah, gracias! La protagonista del film asevera que el negativo -fotografía soberbia del gran José F. Aguado- lo sacó desde Francia su propio marido, Alatriste.
El 9 de abril de 1977, coincidiendo con la legalización del Partido Comunista por parte del Gobierno Suárez, y casi 16 años después, Viridiana era visionada en España por vez primera como film de nacionalidad mexicana, algo subsanado en 1982 al reconocerse su autoría española.
Para mí, no lo voy a disimular, se trata del mejor largometraje que se haya parido jamás en tierras españolas, pero esto es muy subjetivo, y más tratándose de una obra de Luis Buñuel, el mejor director que jamás hayamos tenido, y con muchas obras maestras a su espalda.
sábado, 17 de noviembre de 2018
Personajes de allá (5)
A lo largo de su existencia J. fue uno de los guardianes, o mejor, depositarios de ese rinconcito en la Plaza, con aromas suculentos, huéspedes permanentes, idas y venidas a la tienda de ultramarinos de al lado, al bar del otro costado donde se ingeniaban nuevos bebedizos, o el estrecho espacio que servía de almacén a los bultos que venían en el coche de línea procedente de León. La casa donde vivía mi abuela -en la última planta- era toda ella una olla colosal desprendiendo el olor inconfundible de los callos, porque el patrón, sin desmerecer al resto de cocineros que también preparaban la casquería reina en la Villa, preparaba los mejores callos que uno haya degustado jamás.
Pero J. no solo era un gurú de los callos y otros platos menos contundentes que preparaba en la fonda de su propiedad. A eso de la media tarde, antes de servir las cenas, ejercía como maestro de ceremonias en el juego de la brisca. Allí, en torno a la mesa separada de la cocina por un liviano tabique o mampara, no recuerdo bien, competían en ocasiones hasta cuatro parejas de contendientes que dirimían la honrilla o sabe Dios qué. Cuando su pareja cometía alguna imprudencia o se despistaba, J. se encendía como una dinamo al primer pedaleo y dejaba que su genio explosionara, digamos, de una manera controlada. Eso sí, él disfrutaba mucho más que con la victoria final, cuando tenía la fortuna de que su as de triunfo comía al tres del mismo palo, algo que el grupo denominaba piolla. Entonces gritaba como un feriante: ¡piolla!, ¡piolla!, mientras con el nudillo del dedo índice trataba de perforar el tapete, el hule y hasta la misma madera de la mesa. No es ningún secreto que mi madre era muchas veces participante activa en ese juego de las señas y las tres cartas.
Como otros muchos villafranquinos, J. no faltaba nunca a la romería de agosto para festejar a la Virgen de Fombasallá. Me atrevería a decir que, al menos en sus últimos años de viudez, lo más separado que llegaba a estar de su casa era el día 15, cuando se aventuraba monte arriba para participar como uno más de la música, la comida, la alegría y la procesión, en compañía de otros vecinos y curiosos que no querían perderse la celebración. Y ¡cómo le gustaba acompañar en los tragos reparadores de la bota!, también en el manteo de algún novato que pisaba por vez primera la tierra prometida.
Aunque si algo mantengo más fresco en mi cabeza de la infancia, son aquellos coloquios interminables en las noches del estío, cobijados bajo esos soportales menos distinguidos que los de unos metros abajo. En esas veladas se podía hablar de lo divino y lo humano, del huésped X de la primera planta, o de la cosecha de cerezas y <<para cuando los tarros con el aguardiente>>. Claro que si J. se iba de la lengua maldiciendo al Dictador gobernante, los parroquianos le imploraban que callase la boca, no fuera a liar la madeja; pero si le insistían, él más se obstinaba haciéndose el valiente. Creo que de aquellas tertulias a la luz de la luna, entretejidas con las voces provenientes de las terrazas de los bares, es posible que parta en buena medida mi afán de contar historias.
Un buen día J se fue, como se fueron otros miembros de aquel selecto grupo que lo acompañaba en el Rincón. La fonda cerró, los huéspedes desaparecieron, y ese rincón de la Plaza tan palpitante, tan querido para mí, se ha convertido hoy en un espacio muerto, en un lejanísimo recuerdo de otro tiempo, de cuando J. "gobernaba" aquel espacio mágico sin abandonar un solo momento su boina negra y eterna.
martes, 24 de julio de 2018
We will rock you (Historia de una canción, 6)
Para entender la intrahistoria de este himno imperecedero, antes habría que escuchar con atención You'll never walk alone, canción original de Richard Rogers y Oscar Hammerstein para el musical de 1945 Carousel, que el Liverpool adoptó como himno propio desde la década de los 60. Y es que Brian May, guitarrista y compositor de los Queen -enorme en los dos sentidos, también en estatura- además de doctor en astronomía, siempre ha admitido que buscaba componer algo así como un himno eterno, como el del equipo rojo, aunque no sé si es aficionado de los Reds.

En 1977, Queen se disponía a sacar su sexto álbum de estudio que llevaba por título, News of the world, y la pieza que debía de abrir el trabajo no podía ser una nadería. Manos a la obra, y haciendo caso a las palabras de Brian May, el corte lo compuso el solito en ¡10 minutos! A partir de los archiconocidos efectos percusivos creados sobreponiendo los sonidos de pisotear el suelo y hacer palmas, con el soporte de coros rotundos marca de la casa, y la entrada final de la guitarra, el gigante británico legó para la historia We will rock you, que curiosamente antecede al segundo corte del álbum, el no menos famoso We are the champions. El videoclip fue grabado en el patio trasero de la casa del baterista Roger Taylor.
Esta pieza magistral construida a partir de un resorte percusivo tan sencillo, que, según un estudio realizado en la Universidad de Saint Andrews, es la canción más pegadiza de la historia, y que Brian May la grabó pensando en el show de la BBC que capitaneaba John Peel, ha sido, es y probablemente seguirá siendo utilizada en los grandes eventos deportivos como animación por los clubes triunfadores en finales, particularmente de fútbol y baloncesto. Es, qué duda cabe, uno de los temas más versionados, con toques tan variopintos como los que le dan Max Raabe, Britney Spears, Beyonce & Pink, Five, Why Mona, etc. Pero, indudablemente, yo me quedo con el original o el directo de los Queen.
viernes, 29 de junio de 2018
Presentación "Teórica del fuego" en Ciutadella
El próximo miércoles día 4 de julio, a las 20:30 horas, presento mi libro de relatos, Teórica del fuego. El acto tendrá lugar en el Espai Sant Josep de Ciutadella. Estaré acompañado por Paulí Amorós y Luis Soler. A la finalización del acto procederé a la habitual firma de ejemplares. Tod@as estáis invitados.
lunes, 28 de mayo de 2018
Beggards banquet
Venían de 2 años atroces. Mick Jagger y Keith Richards habían sido detenidos en la casa del guitarrista y llevados a juicio. Brian Jones, el otrora líder y cofundador de la banda, atrapado por las drogas y reiterados arrestos, se había convertido en una sombra del gran músico que había sido, falleciendo en 1969, apenas unas semanas después de ser despedido de los Rolling Stones. Por si no eran pocas las adversidades, su anterior álbum, Their satanic majesty´s request, un engendro que buceaba en la psicodelia imperante, había sido un fracaso, un trabajo poco alentador para sus incondicionales, que esperaban algo más cercano a lo que habían hecho casi siempre. Con Beggards banquet los británicos retomaron sus raíces blues, rhythm man blues y la moderada dosis de country, dando inicio, probablemente, a la etapa más oscura, pero también al periodo más creativo y brillante de su carrera, el que va de 1968 a 1972.
Shympathy for the Devil, abre el disco. Irreverente e hipnótico, medio siglo después sigue siendo uno de los hits más celebrados de la Banda. Con su base rítmica a medio camino entre la samba y el inconfundible toque stoniano, no hace otra cosa que provocar sacudidas y un desmedido entusiasmo a quien la escucha, aunque la escuche mil veces. El tercer corte del disco, Dear doctor, no tiene desperdicio. Con la armónica de Brian Jones discurriendo en cada surco, nos evoca aquellas tierras del Medio Oeste americano con reminiscencias country. Pero sin duda el tema estrella junto al Sympathy..., es otro clásico imperecedero que lleva por título Street fighting man, una especie de alegato social en tiempos convulsos: Mayo francés, la guerra del Vietnam; una ácida crítica que orienta a la revolución, una revolución que ellos sí hicieron con este banquete de los mendigos. Para enriquecer el trabajo, ahí están cortes como Parachute woman, Stray cat blues, Salt of the earth, o el No expectations, la última buena contribución de Brian Jones antes de su expulsión.
Indudablemente apenas quedan resquicios para suponer que Brian Jones participa en esta obra clásica de los británicos. Para entonces Keith Richards había asumido el liderazgo, firmando junto a Jagger uno de los trabajos más sólidos de hace medio siglo (el próximo 5 de diciembre se cumplen los 50 años de su salida al mercado). Jumpin Jack flash había sido lanzado en mayo de 1968 como single para promocionar el trabajo; sin embargo, y aunque parezca contradictorio, nunca integró el disco. La portada original, con las paredes de un retrete desbordadas de graffitis, fue censurada, cambiada por la simple invitación al banquete sobre fondo blanco, algo que indudablemente hacía recordar a la carátula del White album de los Beatles, obra publicada unos meses antes.
El trabajo, uno de los 4 ó 5 mejores de su carrera, y situado por la revista homónima Rolling Stone en el puesto 58 entre los 500 mejores discos de la historia del rock, se vendió como las rosquillas a un lado y otro del Océano, inaugurando, reitero, el periodo más creativo de la Banda, que continuaría con el indispensable Let it bled. Sin dudarlo, un buen momento para volver a disfrutar con la audición de esta obra próxima a cumplir el medio siglo de vida.
domingo, 13 de mayo de 2018
Presentación de mi libro Teórica del fuego
El próximo viernes 18 de mayo a las 20:00 horas en la Biblioteca pública de Maó, presento mi libro de relatos, Teórica del fuego. A la finalización del acto procederé a la habitual firma de ejemplares. Tod@s estáis invitados.
viernes, 27 de abril de 2018
El bookplay de Teórica del fuego
Acaba de salir el bookplay de mi último libro de relatos, Teórica del fuego, que viene a resumir en dos párrafos y algunos planos el contenido de la obra.
viernes, 20 de abril de 2018
Acto de presentación
Jamás pude imaginar que los legítimos afanes de un gran amigo pudieran convertirse en una especie de boomerang que, al retorno, terminara golpeándome de lleno en la presunción, debilidad sin duda de quienes nos proclamamos literatos.